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nro 598 lunes 05 de marzo de 2007

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  OPINIÓN

De Atenea a Afrodita: la risa en la cultura chilena **

Esta Escuela de Verano de la Universidad de Concepción ha significado para mí, y creo que para todos los que participamos en ella, un viaje, un paso y un traspaso, un cambio, una alteración en el lenguaje y en el emocionar que determina el lenguaje. Pasar del lenguaje y del emocionar patriarcal, del Dios que no ríe (“yo creía que Él no se reía”, Nicanor Parra) al lenguaje y al emocionar del amor, cuya representación arquetípica es la Diosa que ríe, o sea, Afrodita, la mujer que ríe o provoca la risa desde su clamar o reclamar erótico. Entre nosotros este papel lo representó regocijadamente en estos días la actriz cómica Patricia Cofré. Ella encarnó y reencarnó a Afrodita, la mujer del amor y la pasión, la “vieja lacha” que invita a una “güena cacha”, para decirlo en el decir de Nicanor Parra, y tan bien dicho por el profesor Gilberto Triviños en su conferencia El pozo de Lascaux en el pozo de la antipoesía.

Se trata en otras palabras de pasar del tiempo de la abyecta e injusta Muerte (el Crucificado, los crucificados) al tiempo de la Vida, el “gran tiempo” de la resurrección de los sentidos, del que habla Mijail Bajtin. En términos históricos es pasar del tiempo del Colonialismo, o tiempo de la “vida de la Muerte”, la muerte como finitud perversa, que proclamó entre nosotros el arte colonial barroco, al gozo de la des-colonización o tiempo de la “vida de la Vida”, la vida como infinitud enseñada en el arte de vivir y convivir de Pablo Neruda: “Yo no voy a morirme. Salgo ahora / en este día lleno de volcanes / hacia la multitud, hacia la vida”.

Creo que todo esto se puede concebir como el paso de Atenea a Afrodita. El tiempo de Atenea es el de la Edad Patriarcal y del emocionar patriarcal. Ella es la Mujer seria. Ella es la diosa de la Razón y la Fuerza. Por la Razón o la Fuerza. Es la diosa de la República de Chile. Es la diosa que no ríe. Es la diosa de los Héroes (la fuerza) y de los Sabios (la razón). La diosa del patetismo (la búsqueda del Bien) y del didactismo (la búsqueda de la verdad). Y ahí no hay risa. “La verdad y el bien no mueven a risa”.

El tiempo de Afrodita es el tiempo ancestral de la Edad Matrística y del emocionar de la biología del amor (Humberto Maturana, El sentido de lo humano). Ella es la mujer que ríe. Encarna la sensualidad amorosa, la sexualidad divina, la voluptuosidad cómica. Ella une mágicamente, y en un juego de palabras, el amor, el sexo y la risa. Ella es “philommeidés”, la que ama la risa, y “philommédes”, la que ama el pene, los genitales masculinos (Georges Devereux, Mujer y mito, México 1989, 93). La mujer que ríe y goza del cuerpo del hombre. En ella no se aloja la seriedad del patetismo (la búsqueda del bien por el Héroe) ni del didactismo (la búsqueda de la verdad por el Sabio). En ella se alberga solamente la natural belleza de sí misma y de la Naturaleza.

La búsqueda de la risa es pues una afirmación afrodisíaca. Se realiza optando por Afrodita y desplazando a Atenea, la portadora de la “ira feroz” (Homero, Ilíada, canto IV). En Atenea reside el odio, la fuerza de combate, el “homicidio que hiela el corazón” (Homero, Ilíada, canto V). No nos convoca, pues, ni la Razón ni la Fuerza. Nuestro lema ya no es el lema de la República de Chile. Esta Escuela de Verano lo ha perturbado profundamente. Ahora es el Amor y la Risa.

Reconocer la risa en la cultura chilena es ponerse a escuchar a la Diosa del Amor y su energía mística y sensual a la vez. Es la presencia de una energía síquica que guía el mundo para crecer en alegría y encanto y contento. En términos de Jung, sería el “anima”, aspecto dinámico de la personalidad que transforma el mundo en el sentido del humor y la alegría. Es el vértigo de Eros. Lo puede expresar un hombre o una mujer, conectados con su “anima”. El folklore chileno la personificó sin duda en esa mujer abierta a la vida:

Bueno dijo y se rió
toda llena de alegría
claro que le gustaría
como no dijo que no.

Es la risa que “abre todas las puertas de la vida”: “Quítame el pan, si quieres, / quítame el aire, pero / no me quites tu risa. / No me quites la rosa, / la lanza que desgranas, / el agua que de pronto / estalla en tu alegría, / la repentina ola / de plata que te nace. /... / Amor mío, en la hora / más oscura desgrana / tu risa, y si de pronto / ves que mi sangre mancha / las piedras de la calle, / ríe, porque tu risa / será para mis manos / como una espada fresca.” (Pablo Neruda, Tu risa, Los Versos del Capitán).

Dr. Maximiliano Salinas Campos
Universidad de Santiago de Chile

** Introducción a la Conferencia de Clausura de la Escuela de Verano de la Universidad de Concepción (18 de Enero de 2007).

   

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