Mi piedra angular
«La Universidad de Concepción es parte de mi esencia, la formación que allí recibí me permitió incorporarme a mi especialidad con una mirada integral».
En una de las últimas novelas de José Saramago la muerte se bota en huelga. Al inicio el regocijo es general. La desazón posterior, igual. ¿Qué hacer en una sociedad donde abundan enfermos, viejos , solitarios y pobres?.Ficción y realidad suelen confundirse. Chile es un país que envejece. Es tema de discursos, análisis y políticas públicas. Hay quienes trabajan en buscar fórmulas para hacer más llevadera esa etapa de la vida. La médico geriatra Juana Silva Opazo es una de ellas. Ex alumna de la facultad de Medicina de nuestra Universidad es la directora del Instituto Nacional de Geriatría de Santiago.
¿Por qué llega a estudiar a la facultad?
Mi familia es de Concepción, desde que tengo memoria supe que quería ser médico.Ingresar a la Universidad fue un proceso natural y mi inserción en la facultad lo mismo. Era el año 1973.
Actualmente el número de geriatras es muy bajo ¿cómo se interesa por la especialidad?
Fue a partir de la siquiatría. Dos especialidades que podrían verse divergentes, pero que en el trabajo con el adulto mayor me permitió ir amalgamándolos. En 1980 cuando me recibo logré una beca de especialización en medicina interna y trabajé en la Digeder haciendo evaluación de deportistas. Me voy luego a España a especializarme en el Servicio de Geriatría de la Cruz Roja Española, un servicio pionero en este campo.
En Europa las sociedades envejecieron cuando eran países ricos. No es nuestro caso ¿Cuáles son los aprontes?
El principal riesgo asociado al envejecimiento tiene que ver con la salud, con las distintas enfermedades que comprometen el estado de salud funcional. Cuando una persona mayor es autovalente y posee un estado físico, síquico y social se puede garantizar un nivel de salud y bienestar importante. Más que a envejecer, el temor es a perder las capacidades. Si logramos que eso no suceda estaremos avanzando. Hay un estudio país que indica que el 65% de los ancianos son autovalentes; un 30% tiene un grado de dependencia y sólo un 5% es dependiente. Ahí tenemos una base de sustentación para el trabajo de gran interés. Por otra parte están los avances notables en campos como la genética. Hacia adelante deberíamos encontrar opciones de tratamientos curativos, no solamente paliativos para problemas como las demencias
En materia de políticas públicas ¿qué existe?
Hay una política nacional y el ministerio de Salud una tarea específica en cuanto a cuidar y mantener el estado de salud de las personas mayores, a lo cual es necesario agregar la sensibilización colectiva respecto al envejecimiento e ir mejorando la imagen, no son sólo cosas malas las que suceden en esa etapa. Es cierto que muchas veces el sistema de salud público se ve saturado de otras demandas y muchos colegas observan que falta el soporte, como la fórmula que les permita dar continuidad al cuidado de un paciente. En atención primaria se trabaja con equipos reforzados y permanentes.
Usted tiene una responsabilidad mayor en este Instituto ¿desde cuándo lo dirige?
Ingresé a fines de 1983, de regreso de mi beca en España. Fui médico tratante, subdirectora médica y directora. Organizamos la atención geriátrica, con niveles asistenciales: hospitalización, consultorio, hospital de día(rehabilitación).
La Universidad es casi nonagenaria ¿qué significa para usted?
Es parte de mi esencia, mi piedra angular, la formación que allí recibí me permitió incorporarme a mi especialidad con una mirada integral. Sigue siendo mi referente en mi mundo interno y siempre tengo la necesidad de volver a su fuente de origen, aunque no sea físicamente. Ella me acompañará siempre. Es orgullo y es la nostalgia de un tiempo pasado valioso y enriquecedor.
Mónica Silva Andrade
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