De estilo conciso en sus composiciones y pausado en su conversar, el musicólogo y ex docente de la Universidad, Miguel Aguilar Ahumada, es un hombre querido y reconocido no sólo entre sus alumnos, sino también entre sus pares.
Ese reconocimiento ha trascendido los límites de la intimidad y se convirtió en dos galardones que fueron recientemente anunciados y que recibirá en estos días. El primero es el Premio Presidente de la República en la categoría Música Clásica 2006 que entrega el Consejo de Fomento de la Música Nacional, y el otro, el Premio Regional en Artes Musicales, otorgado por el gobierno regional.
Para Aguilar la sorpresa de su nominación dio paso a una gran satisfacción, sobre todo al recibir ambos premios desde Concepción, y no la capital.
Alrededor de 1940 comenzaron sus labores de compositor, las que fcombinó posteriormente con la docencia que se transformaría en otra de sus grandes pasiones. “Comencé la labor docente en el conservatorio de la Sinfónica de Concepción, luego en la Escuela superior de Música y en la Universidad de Concepción, donde fui director del departamento de Arte y, cuando se separaron, del departamento de Música”.
De sólida formación en el análisis de partituras, en 1956 fue invitado a Concepción por Arturo Medina director de la Sinfónica. “Llegué el año del jubileo de Mozart y, a raíz de eso, compuse para la Orquesta de Concepción una obra llamada Metamorfosis sobre un lied de Mozart, que se estrenó ese mismo año bajo la dirección de Wilfried Junge”.
Recién llegado a Concepción junto a Junge y Guillermo Ascencio montaron la ópera Bastián y Bastiana de Mozart en el viejo Teatro Concepción –primera ópera de producción local-, después vino La Serva Padrona de Pergolessi y, en muchas de las obras posteriores, trabajó como repetidor, preparando sextetos y cuartetos.
La Orquesta de la Universidad ha interpretado, entre otras, su Obertura del teatro integral, en varias ocasiones, y Música concertante para maderas, bronces y cuerdas inspirada en la Cantante Calva de Ionesco. “Eran obras que escribía espontáneamente pero que estaban al alcance de los medios de Concepción”.
A su juicio, nuestra Orquesta Sinfónica ha logrado penetrar bastante en el público. “Esa ha sido una de las cosas más significativas en el último tiempo. Además hay muchos músicos jóvenes en sus filas que son compositores. Yo acá tengo dos alumnos, Pedro Millar y Guillermo Morales, que se han distinguido en la composición y que cultivan diversos géneros. Ese aspecto le da un significado especial. Recientemente tuvimos ocasión de escuchar este concierto en homenaje a Víctor Jara –cuyo compositor, Carlos Zamora, también es exalumno- que fue algo muy sorprendente por el nivel que demostraron la Orquesta y el Coro de la Universidad”.
Pese a que normalmente escribe sólo por encargo, reconoce a la composición como una labor continua en la que uno siempre está elaborando ideas. Sus últimas obras han sido composiciones bastante libres y de distintos géneros, en su estilo conciso y actual; muy avanzado.
“Escribo para los instrumentos tradicionales y para la voz.
Para piano, para canto. Uno de los instrumentos que más me fascina es el clarinete, pero he escrito para todos los instrumentos”.