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nro 581  Jueves 27 de abril de 2006

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  • CONTRIBUCIÓN ACADÉMICA

El primer programa universitario de formación para traductores públicos apareció en 1945 en Argentina. Las primeras escuelas de traducción dentro de facultades universitarias chilenas surgieron el año 1971 en la Pontificia Universidad Católica de Chile, y en el departamento de Idiomas Extranjeros de la Universidad de Concepción, en 1972. Posteriormente surgen carreras de traducción en otras universidades chilenas, la mayoría de las cuales ofrece un título de Licenciado en Traducción (sólo) en inglés y español, tras cuatro o cinco años de estudios.

En Chile ofrecen un título en Interpretación actualmente la Universidad de Playa Ancha: Intérprete del inglés al español en un programa de 10 semestres, y la Universidad de Concepción: Traductor e Intérprete en idiomas extranjeros, en un plan de estudios de 12 semestres, donde el alumno debe aprender dos de entre tres lenguas extranjeras (alemán, francés, inglés) desde las cuales traducir e interpretar hacia el español.

Como apoyo a la docencia de este programa de estudio existen convenios de intercambio tanto para docentes como para alumnos con las universidades de Leipzig y Magdeburgo, de donde ya estamos recibiendo intérpretes formados en estas universidades alemanas a impartir los conocimientos y las destrezas en la formación de intérpretes en nuestra casa de estudios.

En América Latina, el mercado ofrece numerosas oportunidades y tiene un enorme potencial, dado el auge del libre comercio y la dependencia tecnológica, económica y, por qué no decirlo, lingüística, de los países latinoamericanos para estos efectos.

Gracias a Internet, en la actualidad un traductor puede trabajar desde su casa, con clientes de todo el mundo. Existen extensos directorios de traductores, especialidades, idiomas, tarifas, clientes y niveles relativamente confiables de idoneidad tanto de clientes como de los servicios ofrecidos.

En el mercado cotidiano (en oposición al potencial), sin embargo, se observa una relativa “anarquía”, tanto en lo que se refiere a las tarifas y las condiciones de trabajo, como a la calidad del servicio y las exigencias de los clientes. Además, la falta de reconocimiento oficial de la profesión en la totalidad del continente es el origen de una lucha gremial intensa por parte de traductores e intérpretes latinoamericanos. De allí el surgimiento desde hace unos veinte años de asociaciones gremiales compuestas por profesionales.

Lamentablemente, hasta hoy sólo algunas de estas agrupaciones han logrado cerrar filas; con las honrosas excepciones del Colegio de Traductores del Perú y los Colegios de Traductores Públicos del Uruguay y de la Ciudad de Buenos Aires, más bien se observa una proliferación de asociaciones sin poder de convocatoria.

En Chile para tratar de hacer frente a esta falta de convocatoria, desde mayo del 2005 las asociaciones gremiales de traductores e intérpretes de Concepción, Valparaíso y Santiago nos hemos estado reuniendo, transitoriamente bajo el nombre de “Red Nacional de Traductores e Intérpretes de Chile”, con vistas a la creación de una “Federación nacional de traductores e intérpretes de Chile” que pueda cristalizar varios objetivos; de entre los más urgentes, la creación de estatutos y un código de ética, incorporación a la Federación Internacional de Traductores e Intérpretes con sede en Suiza, capacitación presencial y a distancia en nuevas tecnologías y modalidades de traducción.

En Chile se enseña básicamente a traducir al español. La mayoría de quienes traducen al inglés, al alemán, al chino o árabe, etc. no han estudiado en Chile. En el caso de la medicina, la mayoría de los intérpretes y traductores no han estudiado precisamente interpretación o traducción, sino medicina; suele suceder lo mismo en química, física nuclear y otras ciencias.

De modo que no veo cercano el día en que se dicte una ley que exija la colegiatura obligatoria para traductores o intérpretes profesionales ni que una AG vaya a tener poder sancionador ético sobre los no afiliados a ella.

Por ello, la Red Nacional de Traductores e Intérpretes de Chile, de momento, y, por sobre todo, está dedicada a promover la colaboración con independencia y respeto, así como el apoyo recíproco entre las asociaciones que conformarán la federación nacional, de modo que las que tengan mejor infraestructura o recursos económicos los compartan o los pongan a disposición de las otras, no sólo motivados por los modelos económicos imperantes sino también por el desarrollo libre del espíritu, por adhesión a aquella afirmación de Goethe que sentencia “Un hombre que no sabe lenguas extranjeras no conoce la suya propia”; por último, en el sentido de “last but not least”, por amor al arte, a ese arte que es la traducción.

Carlos Contreras
Académico departamento de Idiomas Extranjeros
Presidente del Colegio Nacional de Traductores, sede Concepción

   

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