Enrique
Giordano
Escribir y actuar, mis
grandes pasiones
Transgresor,
vanguardista, surrealista son algunos de los adjetivos
que le vienen bien a Enrique Giordano Mirschwa, pedagogo,
poeta, dramaturgo, actor y director teatral y un gran
animador de la movida teatral penquista en sus tiempos
de estudiante de Pedagogía en Castellano en
la Universidad de Concepción (1965-1970).
Magíster y doctor en Literatura de la Universidad
de Pensylvania, es académico de Literatura Hispana
en la Universidad de Cincinatti, Ohio por once años
fue profesor en el Barney College de la Universidad de
Columbia en Nueva York. Fue en este período que
escribió El mapa de Amsterdam, libro que tras
25 años, la editorial Cuarto Propio reeditó y
presentó recientemente en Chile.
Nació en Concepción y eso fue lo que lo
llevó a ingresar a esta casa de estudios porque
era una estupenda Universidad para estudiar literatura.
Aunque la pedagogía no era lo que le atraía,
con el correr de los años se ha dedicado y ganado
la vida con ella, aunque la academia es absorbente y
quita mucho tiempo para escribir. Cuando estudió,
el departamento de Español vivía un momento
espléndido con profesores como Gonzalo Rojas,
Jaime Concha y con un Club de Teatro que permitía
el desarrollo de una vocación teatral y de dramaturgia
inolvidable. -El
libro Historia del Teatro de la Universidad de Concepción
da cuenta de ese período y lo señala.
-Sé de él, porque algún contacto
mantengo con Marta Contreras que entiendo que es una
de las autoras. Por cierto que me gustaría tenerlo.
Espero tomarme un año sabático e instalarme
en Chile y entonces poder imbuirme de todo ese material,
reencontrarme con quienes fueron mis compañeros
y amigos de entonces y que han seguido dedicados al teatro
como Berta Quiero, Gustavo Sáez y Ximena Ramírez.
-¿Qué es lo central en su trayectoria la
poesía, la prosa, la dramaturgia, la actuación?
-¡Qué complicado decidir! El teatro me ha
fascinado siempre, desde mi época de estudiante
en el liceo, cuando escribí El Abedul una crítica
a la pedagogía de entonces y que montamos. Luego
en el Club de Teatro seguí escribiendo teatro
y también hubo montajes donde yo actuaba. Escribir
y actuar son mis opciones prioritarias
-Imposible olvidar el surrealismo de La bacinica
requetebrillante...
-Esa era una época en que las influencias de Inoesco,
Beckett eran básicas. También estuvo Juego
de tres manos, que montó el antiguo teatro Caracol.
Después estuvieron las influencias de Pinter,
Osborne
-Usted fue un transgresor en sus temáticas de
vanguardias
-Para una sociedad chilena bastante cerrada
sí que
lo eran. Algunos contenidos son fuertes, violentos, sexuales,
irónicos. Pero esta sociedad ha cambiado notablemente
y por ello fue que me llamaron de Chile para reeditar
El Mapa..... que en su momento no fue tocado por la crítica
por los mismas razones anteriores. También tengo
guardada una obra que se llama El último pétalo
de la flor de fango, que pienso reescribirla y quizás
montarla.
-¿Por qué en Estados Unidos se estudia
tanto la literatura hispanoamericana?
-Hay un área de estudios que se ha ampliado mucho
en torno a la lengua y literatura de habla hispana. Tiene
que ver con los intereses de las personas que viven allá y
que la producción literaria también ha
ido creciendo. Te impresionarías de ver la cantidad
de estudios, análisis, críticas, ensayos,
tesis, investigaciones que existen sobre escritores como
Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Vicente Huidobro, Cortázar,
Borges, en fin los del canon, que no pueden faltar cuyos
textos son fundamentales para cualquier estudio de posgrado.
Las universidades además han evolucionado y se
enfatiza en el pregrado lo interdisciplinario, por ejemplo
cursos de cine argentino, mexicano, para alumnos de ingeniería;
los espacios urbanos y suburbanos en la literatura latinoamericana
para estudiantes de arquitectura y así.
-¿Se ha dedicado al cine?
-He llegado al cine cuando menos lo
pensaba, he actuado en dos mediometrajes.
En Cocodrilo,
de
un autor uruguayo
y en Visitas, de un director venezolano
que se ambienta en Colombia. Mi
papel en esta última es de un
comerciante de vinos chilenos. Los dos personajes están
relacionados al tema de la violencia, al monstruo en
que podemos convertirnos los seres humanos. Sólo
que en el cine cuesta aceptarse a uno mismo. Espero que
se puedan ver en Chile alguna vez. También he
incursionado dando cursos de cine chileno, con análisis
de películas, para estudiantes de español..
Mónica
Silva Andrade |