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nro 556  Jueves 19 de mayo de 2005

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Antonio Camurri
El inicio de los institutos centrales

Antonio Camurri, tiene 88 años, una mentalidad joven y las ganas de seguir, si su salud se lo permite, con su gran vocación: la docencia. Es que según el presidente de la Academia de Profesores Eméritos, no es fácil enseñar porque es algo que se lleva por dentro, es innato. Este pensamiento lo ha llevado a ser uno de los profesores más destacados de nuestra Universidad y precursor de varias iniciativas que la perfilaron en lo que es hoy: el polo científico, cultural e intelectual del sur de Chile.

Doctor en Ciencias Físicas y Matemáticas y en Ingeniería Eléctrica Sección Industrial, ambos títulos de la Universidad de Bologna, Italia, su tierra natal; señala convencido que se siente más chileno que italiano. Es que su vida la hizo acá, aquí creció su familia.

En 1949 fue contratado por el mismo Enrique Molina, quien le ofreció un convenio por tres años, para realizar clases de mecánica cuántica y racional a los alumnos de Ingeniería Química. Camurri tras consultar con su esposa, como toda decisión importante que ha tomado en su vida, decidió quedarse en la ciudad que hoy considera su hogar y en la universidad a la que dedicó su vida, donde además estudiaron sus dos hijos.

¿Por qué se vino a Chile a realizar docencia?

Bueno, la verdad es que yo supe de Chile por mi colega Leopoldo Muzzioli, quien en 1943 volvió a Italia y con quien me encontré por casualidad en una conferencia. Ahí me habló de la Universidad de Concepción y que estaban buscando expertos en ciertas materias, en especial la física y matemáticas. El ya había realizado docencia en la Universidad, pero tuvo que volver a Italia por petición del cónsul de la época.

¿ Qué lo motivó a viajar en esa época a una tierra tan lejana?

En esa época yo trabajaba como docente en la Universidad de Bologna, por lo tanto fue más bien la aventura, me gusta mucho viajar y el profesor Muzzioli me habló tan bien de Chile y de esta universidad que la verdad me entusiasmó mucho.

Yo estaba casado y tenía una hija, así es había que preguntarle a la señora. Ella dijo “me parece una linda aventura y si no nos gusta nos podemos volver”. Nos gustó, nos quedamos.

¿ Cuándo llegó a Chile?

Fue un viaje largo, pero lo recuerdo muy bien. Fue en abril de 1949 y nos recibieron de manera especial. El mismo rector Enrique Molina nos estaba esperando con todas las facilidades para instalarnos.

Antonio Camurri tiene una visión globalizada de la enseñanza, y en su opinión, lo que realmente hace a una universidad es la investigación en conjunto con la docencia. Y esta forma de hacer academia ya se estaba llevando a cabo en la Europa de esa época. En Chile uno de los precursores fue David Stitchkin, para Camurri uno de los mejores rectores que ha tenido la Universidad. Camurri junto a otros colegas se pusieron a crear los institutos centrales. En estos, un grupo de docentes se dedicó de manera casi exclusiva a la investigación para así aportar al conocimiento de los demás docentes que sólo a impartían clases.

¿ Cuánto tiempo duraron estos institutos?

Bueno, fueron creados luego de postular a un concurso, con los recursos que aportó la Ford Foundation, alrededor de 1960. Una vez que cambió la estructura de la Universidad, siguiendo el ejemplo de otras partes del mundo, se dio el siguiente paso en 1980. Entonces el camino fue de escuelas; escuelas e institutos centrales; y luego facultades que es la estructura que se tiene hoy.

Otro aporte entregado por este grupo de intelectuales que llegó desde Europa para sacar adelante y hacer de la Universidad un gran centro intelectual, fue la creación del Propedéutico, que para Camurri era de gran importancia para la docencia.

¿ Cuál era el fin de crear esta instancia?

Es que los jóvenes llegaban muy inmaduros a la universidad y había que entregarles una base para que pudieran elegir con fundamentos sus estudios y comprender de mejor manera lo que se les venía por delante. Es difícil para el docente meterse en el cerebro de los alumnos, en sus diferentes etapas y entregar todo sus conocimientos a una persona que no tiene las mismas bases intelectuales, por lo tanto no es una tarea fácil y creo que eso falta hoy en día para alcanzar la calidad docente, saber por dónde conviene empezar con una materia y cómo desarrollar la idea de modo de no dejar espacios vacíos para la comprensión de los alumnos.

Antonio Camurri dejó de hacer docencia en 1998, casi en la misma época en que se creó la Asociación de Profesores Eméritos, la cual es a su parecer una instancia para seguir estudiando, mantenerse vigente y socializar con los pares. “Yo le decía siempre a mis alumnos, no esperen que cuando se jubilen se van a ir a la casa a ver televisión, eso sólo lleva a que la vida se acorte, hay que mantener el cerebro activo para mantenerlo vivo”. Fiel a sus principios, goza de un intelecto activo y una memoria envidiable.

Carolina Acevedo

   
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