Antonio
Camurri
El
inicio de los
institutos centrales
Antonio
Camurri, tiene 88 años, una mentalidad joven
y las ganas de seguir, si su salud se lo permite, con
su gran vocación: la docencia. Es que según
el presidente de la Academia de Profesores Eméritos,
no es fácil enseñar porque es algo que
se lleva por dentro, es innato. Este pensamiento lo
ha llevado a ser uno de los profesores más destacados
de nuestra Universidad y precursor de varias iniciativas
que la perfilaron en lo que es hoy: el polo científico,
cultural e intelectual del sur de Chile.
Doctor
en Ciencias Físicas y Matemáticas
y en Ingeniería Eléctrica Sección
Industrial, ambos títulos de la Universidad de
Bologna, Italia, su tierra natal; señala convencido
que se siente más chileno que italiano. Es que
su vida la hizo acá, aquí creció su
familia.
En 1949 fue contratado por el mismo Enrique Molina,
quien le ofreció un convenio por tres años, para
realizar clases de mecánica cuántica y
racional a los alumnos de Ingeniería Química.
Camurri tras consultar con su esposa, como toda decisión
importante que ha tomado en su vida, decidió quedarse
en la ciudad que hoy considera su hogar y en la universidad
a la que dedicó su vida, donde además
estudiaron sus dos hijos.
¿Por
qué se vino a Chile a realizar docencia?
Bueno, la verdad es que yo supe de Chile por mi
colega Leopoldo Muzzioli, quien en 1943 volvió a Italia
y con quien me encontré por casualidad en una
conferencia. Ahí me habló de la Universidad
de Concepción y que estaban buscando expertos
en ciertas materias, en especial la física y matemáticas.
El ya había realizado docencia en la Universidad,
pero tuvo que volver a Italia por petición del
cónsul de la época.
¿
Qué lo motivó a viajar en esa época
a una tierra tan lejana?
En esa época yo trabajaba como docente en la Universidad
de Bologna, por lo tanto fue más bien la aventura,
me gusta mucho viajar y el profesor Muzzioli me habló tan
bien de Chile y de esta universidad que la verdad me
entusiasmó mucho.
Yo estaba casado y tenía una hija, así es
había que preguntarle a la señora. Ella
dijo “me parece una linda aventura y si no nos
gusta nos podemos volver”. Nos gustó, nos
quedamos.
¿
Cuándo llegó a Chile?
Fue un viaje largo, pero lo recuerdo muy bien.
Fue en abril de 1949 y nos recibieron de
manera
especial. El
mismo rector Enrique Molina nos estaba esperando
con todas las facilidades para instalarnos. Antonio
Camurri tiene una visión globalizada
de la enseñanza, y en su opinión, lo que
realmente hace a una universidad es la investigación
en conjunto con la docencia. Y esta forma de hacer academia
ya se estaba llevando a cabo en la Europa de esa época.
En Chile uno de los precursores fue David Stitchkin,
para Camurri uno de los mejores rectores que ha tenido
la Universidad. Camurri junto a otros colegas se pusieron
a crear los institutos centrales. En estos, un grupo
de docentes se dedicó de manera casi exclusiva
a la investigación para así aportar al
conocimiento de los demás docentes que sólo
a impartían clases.
¿
Cuánto tiempo duraron estos institutos?
Bueno, fueron creados luego de postular
a un concurso, con los recursos que
aportó la Ford Foundation,
alrededor de 1960. Una vez que cambió la estructura
de la Universidad, siguiendo el ejemplo de otras partes
del mundo, se dio el siguiente paso en 1980. Entonces
el camino fue de escuelas; escuelas e institutos centrales;
y luego facultades que es la estructura que se tiene
hoy. Otro
aporte entregado por este grupo de intelectuales que
llegó desde Europa para sacar adelante y hacer
de la Universidad un gran centro intelectual, fue la
creación del Propedéutico, que para Camurri
era de gran importancia para la docencia.
¿
Cuál era el fin de crear esta instancia?
Es que los jóvenes llegaban muy inmaduros a la
universidad y había que entregarles una base para
que pudieran elegir con fundamentos sus estudios y comprender
de mejor manera lo que se les venía por delante. Es
difícil para el docente meterse en el cerebro
de los alumnos, en sus diferentes etapas y entregar todo
sus conocimientos a una persona que no tiene las mismas
bases intelectuales, por lo tanto no es una tarea fácil
y creo que eso falta hoy en día para alcanzar
la calidad docente, saber por dónde conviene empezar
con una materia y cómo desarrollar la idea de
modo de no dejar espacios vacíos para la comprensión
de los alumnos.
Antonio
Camurri dejó de hacer docencia en 1998,
casi en la misma época en que se creó la
Asociación de Profesores Eméritos, la cual
es a su parecer una instancia para seguir estudiando,
mantenerse vigente y socializar con los pares. “Yo
le decía siempre a mis alumnos, no esperen que
cuando se jubilen se van a ir a la casa a ver televisión,
eso sólo lleva a que la vida se acorte, hay que
mantener el cerebro activo para mantenerlo vivo”.
Fiel a sus principios, goza de un intelecto activo y
una memoria envidiable.
Carolina
Acevedo
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