Las
nuevas tecnologías han
modificado la medicina forense
Jack
El Destripador no habría podido realizar
todos sus crímenes en Londres si hubiese existido
registro de ADN, afirmó el médico y abogado
Fernando Pérez.
Organizada
por la Academia de Profesores Eméritos, la conferencia
Medicina Forense y sus efectos en el derecho Procesal
Penal, dictada por Fernando Pérez, quien es
médico (neurólogo) y abogado, y actual
director del Hospital Naval de Viña del Mar,
congregó a un público interesado en el
que se mezclaron médicos, estudiantes de farmacia
y bioquímica y otras carreras de la salud, con
profesores eméritos de la Universidad.
Tres temas fueron abordados de manera didáctica
y amena: el ADN, las drogas de abuso y la donación
de órganos. Todos desde la perspectiva médico
legal.
Recordando que el código genético fue descubierto
en 1988, Pérez indicó que se trata de una
huella única que permite desde el punto de vista
de la medicina legal varios usos: determinar autores
y víctimas de delitos.
Como
casos, destacó la
identificación de los restos de Jorge Matute Johns.
Con respecto a la identificación de restos humanos,
Pérez señaló que a la fecha se había
logrado el reconocimiento de 182 detenidos desaparecidos
y que estas mismas técnicas, a través del
ADN habían permitido identificar a las víctimas
de los atentados a las Torres Gemelas y a la estación
de Madrid.
También es importante para establecer la paternidad.
Como caso casi insólito señaló que
gracias a la muestra de sangre del Príncipe Felipe
de Edimburgo se logró establecer que Alma Anderson
no era la Gran Duquesa Anastasia, hija del zar Nicolás
de Rusia, asesinado en 1917.
En el tema de las drogas de abuso, comenzó por
señalar que el alcohol era el más usado
en Chile y que existen dos tipos de tests para determinar
la presencia de estas sustancias: uno rápido y
otro más lento, de cromatografía gas/masa
y de mayor fiabilidad para uso legal. La conferencia se cerró con el tema de la donación
de órganos. El avance en la medicina para el transplante
de órganos (en Chile se realizan 9 por millón
de habitantes en tanto que en Europa y Estados Unidos,
30/millón de habitantes) hizo necesario definir
el concepto de muerte cerebral entendido como la abolición
total e irreversible de todas las funciones encefálicas.
Dio a conocer el protocolo que se debe seguir en estos
casos y el papel que cumple el neurólogo en la
decisión.
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