Carlos
Quiroz
La investigación es el sustento del desarrollo agrícola
Como
actual director del INIA Intihuasi de La Serena,
este ingeniero agrónomo se siente orgulloso
de su paso por esta casa de estudios, lo que le ha
permitido consolidarse como investigador y directivo
fundador de uno de los centros regionales del Instituto
de Investigaciones Agropecuarios
con importantes avances para la cuarta región en el área
frutícola, hortícola y de manejo de
secano, además de lograr un aumento considerable
en la masa crítica de investigadores.
Carlos
Quiroz Escobar, casado, tres hijos, y nacido en San Bernardo, se declara ya
serenense por
adopción.
Se fue a estudiar a la Universidad de Concepción
en 1967. Reconoce que a los 17 años nadie tiene
muy claro qué es lo que se quiere estudiar. Sí tenía
la certeza de que le gustaba la libertad de quienes trabajan
al aire libre, fuera de una oficina, por lo tanto la
agronomía le dio en el gusto. Ha logrado desarrollar
su carrera en el INIA, ya que recién egresado
entró a la estación Experimental La Platina
en Santiago donde comenzó las investigaciones
en su especialidad preferida, la entomología, área
que lo ha llevado a la publicación de una veintena
de artículos científicos y a realizar una
mastría en Inglaterra y un doctorado en West
Lafayette, Estados Unidos. ¿Cómo
fueron sus inicios como director del INIA Intihuasi?
Cuando se creó este centro en el año
1991, me vine como director para armar el INIA
en la región. Existía sólo
una subestación experimental en Vicuña
y ahí nos instalamos. En un principio no
existía nada de lo de ahora, por lo tanto
no había mucha investigación local.
Estuve como director hasta el año 2000,
luego retorné a la investigación
que siempre me ha gustado, y ahora por diversas
circunstancias, volví a asumir la dirección
de INIA en la región desde el julio recién
pasado.
¿
Por qué se especializó en la entomología?
De niño me gustaban mucho los insectos,
de hecho cuando estaba en la Universidad hice mi
tesis en fitopatología, en una enfermedad
del trigo, pero fui ayudante de entomología
y me gustó mucho el área, luego se
dio una cosa circunstancial porque cuando egresé postulé a
un cargo en entomología en La Platina y
tuve la suerte de quedar. ¿Cómo fue su vida universitaria
en el campus Chillán?
La época de estudiante universitario es
una época que marca tanto ya que es una
cambio absoluto, sobre toda cuando uno se va fuera
de la casa como era mi caso. La Universidad en
Chillán, al menos en esa época, era
muy familiar ya que la mayoría vivíamos
ahí. Sólo estaba agronomía
y tecnología agrícola y los curso
eran pequeños por lo que uno era amigo de
casi todos los alumnos de la escuela. Además
comíamos ahí, teníamos nuestros
dormitorios, la biblioteca, las salas, etc., prácticamente
desarrollábamos toda nuestra vida ahí. ¿Cómo evalúa la formación
que le entregó la Universidad?
Muy bien. La Universidad de Concepción siempre
ha tenido un prestigio en cuanto a la formación.
El propedéutico de esos años daba
una buena base y en general había una muy
buena formación. No sé si habrá sido
una época de mucha mística entre
los profesores, pero se notaba una entrega por
lo que se estaba haciendo ya que había muchos
profesores jóvenes que venía llegando
con sus posgrados. ¿Qué es lo que más
rescata de labor como investigador?
Siempre recuerdo a un colega que decía que
lo investigadores son verdaderos reyecitos que
trabajan en lo que quieren, le ponen su impronta
a lo que hacen, tienen libertad y más encima
les pagan por hacer eso.
Creo
que eso refleja en parte lo que es el trabajo
de investigación,
un trabajo que va tener resultados dependiendo
de la calidad de la información que se entregue
a los agricultores. Existe ese desafío pero
también las actualizaciones permanentes,
la variedad de temas, los ensayos en distintos
lugares geográficos, las actividades de
difusión científica. Todo el conjunto
hace muy atractiva esta profesión. Ximena Bertin Espinoza
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