Eduardo
Olivares
Caballero de las
Artes y las Letras
Tener
la Casa del Arte como escenario es un privilegio
“
Aunque siempre me sentiré chileno. París
es la mujer de mi vida” admite Eduardo Olivares
Palma (55, dos hijos, una nieta), parafraseando a su
admirado Julio Cortázar.
Periodista
de la Universidad de Concepción estuvo en Chile por una razón
especial: el gobierno de Francia le otorgó la
condecoración Caballero de la Orden de las Artes
y las Letras. La orden fue creada para honrar a quienes
se destacan por sus aportes en el dominio artístico
o literario o por la contribución a la difusión
de la cultura en Francia y en el mundo.
Nacido en La Calera, donde aún viven sus padres,
llegó a Concepción en 1966. -¿Cómo
recuerda su llega a Concepción y a la Universidad?
Como un aterrizaje complicado. Concepción
es como una mujer que no se entrega fácilmente.
Es una ciudad que se resiste a que la quieran, pero
cuando eso sucede cala profundo. La Universidad fue
una experiencia, no sólo en lo personal, sino
en el contexto histórico y político
que me tocó. La vieja y querida Universidad
tiene espíritu y tiene su Campus, configuración
que hace un modo de vida. Tener la Casa del Arte
como escenario permanente es un privilegio. En la
escuela de Periodismo hubo profesores capaces de
meternos la inquietud, la curiosidad de lo que pasaba
en torno a nosotros y también afuera, no sólo
como una manera de cubrir los acontecimientos sino
que de aprendizaje vital. Eso fue valioso. La Universidad
sembró sueños en mí y el espíritu
crítico y libertario se lo debo.
-¿Por qué le otorgan tan alta distinción?
El embajador de Francia al entregarme la distinción se refirió a
mí como un passeur, que vendría a ser como un baqueano, un tipo
capaz de traspasar fronteras, de mostrar caminos en ambos sentidos. También
porque soy un enamorado de Francia y me siento con raíces en ambos países.
Siento alegría y orgullo personal y profesional, una sensación
de nuevos desafíos y responsabilidades y unas ganas de cantarle a Francia
el famoso ¡cómo no te voy querer! Le encuentro más sentido
a las energías que, como periodista, he consagrado durante años
para contarle Francia a los chilenos y Chile a los franceses.
¿
Es básicamente un hombre de radio?
He
trabajado mucho en radio, y mantengo el programa “Boulevard” en
Radio USACH. A los franceses mis “cuentos” sobre Chile
les han llegado a través de varias radioemisoras francesas.
En Francia este medio tiene un rol de servicio público más
que nada. La escritura tampoco me es ajena fui corresponsal en París
de Hoy, La Epoca y Radio Chilena. Trabajé en
el Metro y en la CTC, en el área de las comunicaciones corporativas.
Fui corresponsal en Chile de Libération y Le Monde. Internet
me permitió crear
una suerte de pasarela permanente entre Chile y Francia (www.franchilenos.com)
-¿Por qué retorna?
Por razones esencialmente positivas. En Francia
y a propósito de Francia
que se me activan energías que con escasas excepciones
-como la suerte de los periodistas y del periodismo chileno-, los
asuntos públicos
chilenos no me logran movilizar. Allá esa suerte de indiferencia o apatía
termina. Es el sentir que allí “sí se puede”, me siento
más integrado. Prefiero estar además porque se me ha conferido
otro privilegio: ser abuelo de la maravillosa Lila Ainoa.
-¿Mantiene algún lazo con la Universidad?
Sólo a través de amigos como Eduardo Aquevedo. Me gustaría
estrechar esos lazos proveyendo mi programa de magazine también en la
radio de la Universidad de Concepción.
-¿Un recado para los jóvenes periodistas?
Nunca es tarde para retomar el timón y darle a nuestras vidas el rumbo
que creíamos perdido. Pese a todo, sigan alimentando sueños y deseos.
Y que se cansen, por ejemplo y parafraseando a Neruda, de no volver a París. Mónica
Silva Andrade. |