Enrique
Tapia Witting
Nunca olvidaré mis años como juez
Hasta
fines de l997 Enrique Tapia Witting era profesor de derecho
procesal en la Universidad de Concepción e integraba
la Corte de Apelaciones penquista. Hoy es uno de los cinco
ministros de la Primera Sala de la Corte Suprema, tribunal
especializado en materias civiles.
Es
padre de cuatro hijos: el mayor abogado como él,
una hija actualmente en Antofagasta, casada con un médico;
otra en Santiago y la menor preparando su examen de grado
en la Universidad Católica.
Uno abogado entero y la otra por serlo, la mala
yerba cunde, comenta con buen humor.
Recuerda
más adelante que su ingreso a la carrera de Derecho
el año 1951 fue prácticamente inevitable.
Porque
en esos años uno era del lugar (y se educaba en
el lugar) Existía la Universidad de Concepción,
mi padre era abogado y por supuesto no había ninguna
opción de ir a otro lado, venirse a Santiago...ni
soñarlo.
-¿La
actividad de su padre influyó en la carrera judicial
futura?
-Yo
creo que sí. No era lo que más me gustaba,
pero al final el tiempo lo va llevando a uno para allá,
sobre todo en esa época.
-¿Y
cómo fue su paso por la Universidad?
-Bueno,
hasta fui buen alumno. De esa época recuerdo al
profesor Sergio Galaz. Fui su ayudante de Derecho Constitucional
en segundo año y fui secretario del Centro de Alumnos
de Derecho. En ese tiempo éramos todos muy unidos
y eso queda para siempre.
Nunca
ejerció la profesión. En 1958, inmediatamente
después que se recibió de abogado, ingresó
al Poder Judicial como secretario del único juzgado
que por entonces impartía justicia en Coronel.
-¿Cómo
se ingresaba a la carrera judicial en ésa época?
-En
el fondo era igual que ahora uno presentaba la solicitud
con todos sus antecedentes. Quedé inmediatamente
en terna y me nombraron. Después me fui a Yumbel,
estuve un mes y volví como juez a Coronel, otro
mes estuve en Los Angeles; fui relator (de la Corte de
Apelaciones) en Chillán, de ahí pasé
a ministro de Corte en Temuco y después a Concepción.
-¿A
estas alturas de su vida se siente conforme con su trabajo
como juez?
-La
satisfacción es bastante grande, sobre todo en
el cargo de juez donde se está en contacto con
la gente, a uno le llegan todos sus problemas y está
obligado a solucionarlo más o menos rápido.
Yo estuve más de cinco años en Coronel y
creo haber cumplido más o menos como la gente.
Tenía tan buena llegada con ellos que se me llenaba
el tribunal durante las audiencias públicas una
vez a la semana... es que era muy buena gente, fíjese
que tuve un solo homicidio en todo el tiempo que estuve,
un gallo de Lota que fue a matar a una mujer
en Coronel, eso no se me va a olvidar nunca.
-¿Parece
que esa etapa la recuerda con particular afecto?
-
Es que fue la única época de mi vida en
que estuve en contacto con la gente, resolviendo asuntos
inmediatos. Después pasé a relator de la
Corte de Chillán y ahí usted ya ve papeles,
se pierde el contacto directo.
-¿Extraña
eso?
-
Es que son épocas distintas de la vida.
-¿Cómo
recibe ahora las críticas a los jueces, usted que
quiere tanto la carrera judicial?
-Con
la mayor altura de miras, si lo critican a uno por algo
será, pero uno, con tantos años en esto,
como que se acostumbra.
-¿Cree
que a veces esas críticas responden a una opinión
poco informada de la gente?
-No
me cabe ninguna duda. Las encuestas, que las hacen las
personas, son muy dirigidas, ya en la pregunta usted ve
la respuesta.
Erwin
Acevedo Ibáñez
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