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nro 519  Jueves 6 de mayo de 2004

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Enrique Tapia Witting
“Nunca olvidaré mis años como juez”

Hasta fines de l997 Enrique Tapia Witting era profesor de derecho procesal en la Universidad de Concepción e integraba la Corte de Apelaciones penquista. Hoy es uno de los cinco ministros de la Primera Sala de la Corte Suprema, tribunal especializado en materias civiles.

Es padre de cuatro hijos: el mayor abogado como él, una hija actualmente en Antofagasta, casada con un médico; otra en Santiago y la menor preparando su examen de grado en la Universidad Católica.
“Uno abogado entero y la otra por serlo, la mala yerba cunde”, comenta con buen humor.

Recuerda más adelante que su ingreso a la carrera de Derecho el año 1951 fue prácticamente inevitable.

“Porque en esos años uno era del lugar (y se educaba en el lugar) Existía la Universidad de Concepción, mi padre era abogado y por supuesto no había ninguna opción de ir a otro lado, venirse a Santiago...ni soñarlo”.

-¿La actividad de su padre influyó en la carrera judicial futura?

-Yo creo que sí. No era lo que más me gustaba, pero al final el tiempo lo va llevando a uno para allá, sobre todo en esa época.

-¿Y cómo fue su paso por la Universidad?

-Bueno, hasta fui buen alumno. De esa época recuerdo al profesor Sergio Galaz. Fui su ayudante de Derecho Constitucional en segundo año y fui secretario del Centro de Alumnos de Derecho. En ese tiempo éramos todos muy unidos y eso queda para siempre.

Nunca ejerció la profesión. En 1958, inmediatamente después que se recibió de abogado, ingresó al Poder Judicial como secretario del único juzgado que por entonces impartía justicia en Coronel.

-¿Cómo se ingresaba a la carrera judicial en ésa época?

-En el fondo era igual que ahora uno presentaba la solicitud con todos sus antecedentes. Quedé inmediatamente en terna y me nombraron. Después me fui a Yumbel, estuve un mes y volví como juez a Coronel, otro mes estuve en Los Angeles; fui relator (de la Corte de Apelaciones) en Chillán, de ahí pasé a ministro de Corte en Temuco y después a Concepción.

-¿A estas alturas de su vida se siente conforme con su trabajo como juez?

-La satisfacción es bastante grande, sobre todo en el cargo de juez donde se está en contacto con la gente, a uno le llegan todos sus problemas y está obligado a solucionarlo más o menos rápido. Yo estuve más de cinco años en Coronel y creo haber cumplido ‘más o menos como la gente’. Tenía tan buena llegada con ellos que se me llenaba el tribunal durante las audiencias públicas una vez a la semana... es que era muy buena gente, fíjese que tuve un solo homicidio en todo el tiempo que estuve, un ‘gallo’ de Lota que fue a matar a una mujer en Coronel, eso no se me va a olvidar nunca.

-¿Parece que esa etapa la recuerda con particular afecto?

- Es que fue la única época de mi vida en que estuve en contacto con la gente, resolviendo asuntos inmediatos. Después pasé a relator de la Corte de Chillán y ahí usted ya ve papeles, se pierde el contacto directo.

-¿Extraña eso?

- Es que son épocas distintas de la vida.

-¿Cómo recibe ahora las críticas a los jueces, usted que quiere tanto la carrera judicial?

-Con la mayor altura de miras, si lo critican a uno por algo será, pero uno, con tantos años en esto, como que se acostumbra.

-¿Cree que a veces esas críticas responden a una opinión poco informada de la gente?

-No me cabe ninguna duda. Las encuestas, que las hacen las personas, son muy dirigidas, ya en la pregunta usted ve la respuesta.

Erwin Acevedo Ibáñez

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