Guillermo
Muñoz
Me interesan Nueva York y Chile de igual manera
No
es un nombre ampliamente conocido del gran público
de su país, pero sí entre exigentes y expertos
en arte de Europa, Estados Unidos y muy especialmente
en España donde reside hace veinte años.
Guillermo
Muñoz Vera (48 años) nació en Concepción
y cursó allí sus primeros estudios. Hijo
de un destacado médico obstetra, Washington Muñoz,
quien ayudó a traer al mundo a buen número
de penquistas, profesor de la Escuela de Medicina.
Es
el autor de dos obras monumentales que donó al
gobierno de Chile en homenaje al ex Presidente Salvador
Allende y que se exhiben en el salón de audiencias
del ministerio del Interior. Es también el retratista
oficial de la familia real española.
Su
afán, sin embargo, es que su obra se exhiba a todo
público y eso se hará realidad el 2005 cuando
se inaugure el gran mural que le ha sido encargado para
la estación Moneda del Metro de Santiago, con ocasión
del bicentenario, en el cual se encuentra trabajando y
es el motivo de sus viajes a Chile, cuando expondrá
en la Pinacoteca de la Universidad.
Considerado
al mismo nivel que su compatriota Claudio Bravo, la obra
de ambos suele aparecer por los más sofisticados
mercados del arte tanto y por cierto valorada en miles
de dólares. El artista, sin embargo, se cree poco
el cuento de la fama, habida consideración que
sabe muy bien que él es un extranjero en Europa
y que el hiperrealismo, igual que todas las tendencias,
tiene etapas.
Eso
lo sabe este artista que no por las glorias olvida las
memorias. En Chinchón, una aldea medieval, a 26
kilómetros de Madrid, se levanta su taller y la
sede de la Fundación Arte y Autores Contemporáneos,
Arauco, que forma y beca a jóvenes artistas procedentes
de Chile y de América Latina. Y que le exige -cuenta-
un trabajo exhaustivo y agotador porque las solicitudes
son muchas. Agrega que lo que gana -que no es poco- sirve
para sacar adelante ese proyecto.
En
el principio fue el dibujo, una afición que compartía
con la música rock y que le ocupaba gran parte
de su tiempo de joven estudiante, en su casa del Barrio
Universitario. Licenciado del Bellas Artes, en pintura,
razones familiares lo hicieron abandonar Concepción.
Partió
a España, donde arribó también en
un momento especial y poco propicio, con el auge de todo
tipo de vanguardias y con el realismo -que era su estilo-
bastante castigado. La mirada plástica pictórica
estaba dirigida a Alemania, a la Documentas de Kassel;
a la de Basilea y Frankfurt. En sus primeros años
estaba fuera de circuito, admite.
Ese
panorama empezó a variar y las tendencias en un
momento se enfocaron de nuevo hacia el realismo. Comienza
a exponer y a vender. Había un público expectante,
de Alemania, España, Italia y Estados Unidos. Puedes
lograr un espacio siempre que haya una persona o una galería
que te avale y crea en ti
En
1992 fue su retorno a Chile, sólo que a través
de su pintura, pues no pudo estar presente. A propósito
del quinto centenario, la Embajada de Chile en España
le convocó para exponer en el Museo de Bellas Artes
y en la Pinacoteca.
Muñoz
Vera no es un artista que pueda exhibir sus obras con
facilidad. El formato lo impide: los transportes y embalajes
son costosos, lo mismo que los seguros. Normalmente obra
concluida es obra vendida casi de inmediato. Sus obras
son de coleccionistas nada más. Imposible de otro
modo. Y ellas suelen estar presentes en sofisticados mercados
y en los anuarios de subastas se puede comprobar. Imbuido
de su sencillez provinciana, advierte que las subastas
corresponden a mercados secundarios para los pintores
vivos.
A
Guillermo Muñoz Vera le interesa Nueva York, Londres,
Madrid, pero igualmente le interesa Chile, su país,
al cual crítica y pone reparos con su material
humano contradictorio, pero que al final de todo
es su país. Lo mismo que el lugar que lo vio nacer.
Tengo una deuda con Concepción, admite, y
espero saldarla. El espacio que vio sus juegos infantiles,
el Barrio, lo espera en .
Mónica
Silva Andrade
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