Teresa
González
Una mujer al frente de su destino
En
el último número de la revista femenina
Elle que dirige, Teresa González Ramos (casada,
tres hijos) escribe sobre Coco Chanel, figura legendaria
que re-vistió a las mujeres de la posguerra y asentó
un imperio mundial de la alta costura. Lo hace luego de
haber recorrido la casa donde vivió Chanel, en
la rue Cambon, aprovechando su estada París.
Tere
vivió y estudió en Concepción. Más
exactamente su casa estaba en Lirquén, donde su
padre ingeniero se desempeñaba como ejecutivo en
Vidrios Planos. Luego de terminar sus estudios ingresó
a periodismo en la Universidad de Concepción. No
fue -rememora- una decisión fácil. Conjuntamente
estudió algunos años antropología.
Tras dos años de búsqueda, sin claridad
respecto a su verdadera vocación, con una visión
crítica en lo social y una necesidad de ser útil,
fue su primer marido, Rafael Retamales, economista del
mismo plantel quien le mostró periodismo. Acerté.
Se sintió feliz, supo que eso era lo suyo.
Sus
cuatro hermanos son también profesionales de nuestra
Universidad.
¿Cómo
recuerda esa escuela de principios de los 70?
Como
una escuela que trabajaba en la perspectiva del máximo
conocimiento, pero con máxima profundidad. Fue
una formación privilegiada que explica el éxito
profesional que hemos logrado quienes pasamos por allí.
Nuestra malla era muy amplia, incluía filosofía,
economía, historia, con profesores de un nivel
que no he visto en otra escuela. Yo terminé en
la Católica y sé lo que digo.
¿Cuándo
y dónde empieza a ejercer?
En
el suplemento femenino de La Tercera. Desde entonces que
no me he desligado de esta temática. Luego pasé
a ser editora del área educativa. Allí parte
la experiencia de Icarito y los proyectos educativos masivos
con una tremenda visión de futuro. Holanda Comunicaciones
me pide me haga cargo de la primera revista juvenil Miss
17. Da la casualidad que mis tres hijos eran adolescentes,
entonces mi sensibilidad estaba alerta. La revista tuvo
un boom mediante el concurso de Miss 17.
¿Desde
cuándo dirige Elle?
-Desde
2001 cuando la misma editorial me llama porque se había
hecho cargo de editarla. Una publicación que es
importante, que tiene historia, que es aportadora y a
la cual hay que darle un cambio editorial. Estamos en
presencia de otro público: una mujer moderna, informada,
inteligente, consciente de su rol en la sociedad, creativa,
con capacidad de soñar.
¿Su cargo le implica viajar a París con
frecuencia?
-Dos veces al año. Hablamos de una editorial que
tiene 36.000 empleados sólo en Francia y que edita
Elle en 36 países, pero que no es sólo Elle,
sino también Paris Match y otras publicaciones
de enorme relevancia. Nos reunimos todas las directoras
y estamos hablando de Elle en Croacia, Polonia, Rusia,
Brasil, en fin.
¿Coinciden
las visiones femeninas de países distintos y distantes?
-Coinciden.
Se hizo recién una encuesta a 23.000 mujeres y
los resultados por países los estamos entregando.
En Chile indican que las mujeres están orgullosas
de serlo. Con un gran cambio: se ha definido por su persona
en primer lugar. Antes lo hacía por el marido y
los hijos. Este planteamiento no es egocéntrico,
sino que de solidaridad y compromiso. Es el si yo
estoy bien, está bien mi trabajo; mi hogar, la
relación con mi marido y mis hijos.
¿Los
problemas tratados se parecen?
-Lo
interesante es que frente a todos ellos está la
filosofía Elle. Una revista que nace en la posguerra
en una Europa está hecha pedazos, donde los hombres
-por razones obvias- están desalentados y tristes
y mujeres como Simone de Beauvoir, Francoise Giroud, arremeten
y dicen podemos salir de la postración, tenemos
fuerza, queremos hacerlo. Hoy pasa lo mismo en Croacia,
o en Rusia, donde la directora de Elle se quejaba y planteaba
su aburrimiento que el nombre de su país se ligara
sólo a la corrupción.
¿Es
el momento propicio para que una mujer sea presidenta?
Más
que propicio y ojalá que así sea, dando
cuenta del cambio fundamental que vive la humanidad en
este principio de siglo, las mujeres participando en la
conducción de sus países, en los cargos
claves, poniendo la cuota necesaria de reflexión
y sentido común, que los hombres suelen evitar
en aras de la ideología. Nada le haría mejor
a Chile que una mujer al frente de su destino.
Mónica
Silva Andrade
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