Aspectos que han influido en la salud de las abejas y que han incidido directamente en la producción de miel en los últimos años se abordarán en el encuentro.

Apicultores de toda la región se darán cita, este sábado, en el auditorio Suárez Fanjul para discutir sobre los problemas que aquejan al sector en el encuentro Control de la chaqueta amarilla y avances en sanidad apícola.

La actividad se desarrollará entre las 9:30 y las 12:30 horas y en ella expondrá el entomólogo de la facultad de Agronomía, Pedro Casals, quien abordará temas como análisis y control de la chaqueta amarilla, enfermedades apícolas y manejo de la sanidad apícola y estudio de casos.

Los principales puntos que se tratarán, según indicó Casals, serán la barroasis y la chaqueta amarilla o avipa carnívora, aspectos que en relación a la salud de las abejas, han incidido directamente en la producción de miel en los últimos años.

La barroa, ácaro que fue introducido al país hace alrededor de diez años, normalmente succiona la sangre de la abeja, tanto en estado larval como adulto. Se reproduce rápidamente y en una sola temporada puede aniquilar a una familia si no se controla. Esto ha obligado a aumentar los costos de producción, con productos muy caros, que también pueden afectar la calidad de la miel si no son bien utilizados.

La chaqueta amarilla, presente en Chile desde inicios de los 70, es un depredador que llega a la colmena, causando severos daños, ya que se alimenta de la larva, mata al adulto y saquea la miel. Los ataques más dañinos se producen a fines del verano y por cada reina muerta, se evita que se instalen entre 500 y 5.000 nuevos individuos.

El control más recurrente que se utiliza para atacar a la chaqueta amarilla son las trampas, que contribuyen a bajar el número de individuos de un área, pero no en forma total.

Consisten en botellas plásticas tapadas, a las cuales se les hacen orificios, para que los individuos entren -atraídos por sustancias comestibles acompañadas por un líquido- y queden retenidos. También se puede utilizar un cebo a campo abierto, con comida mezclada con algún producto tóxico, que es llevado por el individuo al avispero. Es un método sutil de control, que mata sólo un porcentaje de la población, porque no todas las obreras son atraídas a las trampas. La única manera 100% efectiva es la ubicación y destrucción del avispero. “Es lo queremos transmitir a los apicultores y a la comunidad.

Dejar en claro que no son sólo los organismos gubernamentales, especialmente el SAG, los que deben controlar y solucionar el problema de la chaqueta amarilla. Debemos organizarnos, recurrir a los expertos, para definir una estrategia conjunta y así reducir la cantidad de individuos”, sostuvo Casals.