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nro 494   Jueves 11 de septiembre de 2003

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Año Mundial del Agua Dulce impone
más desafíos a la gestión de los recursos hídricos

En su Asamblea General de 2000, la Organización de Naciones Unidas (ONU) acogió la propuesta de Tayikistán de declarar el 2003 como el Año Mundial del Agua Dulce y lo hizo bajo el convencimiento de que los problemas de los recursos hídricos constituyen, en este milenio, uno de los principales obstáculos para el desarrollo sostenible. Para la ONU, el Año Mundial del Agua Dulce supone una oportunidad para levantar la conciencia ciudadana sobre la importancia del recurso y su protección, tarea en la que se da un rol central a la Unesco, a través de su Programa Hidrológico Internacional, PHI.

Además de reducir a la mitad la población que no puede acceder a agua para su consumo ni a servicios sanitarios básicos, en la ONU se definió como prioridades el mejoramiento en la eficiencia en el riego, la prevención de contaminación y la inversión en infraestructura y servicios asociadas al uso del agua. Según el director general de Aguas y presidente de la Comisión Nacional del Programa Hidrológico Internacional, Humberto Peña, estas metas suponen grandes desafíos para la política nacional de recursos hídricos, temas que abordó, la semana pasada, en una conferencia organizada por el departamento de Ingeniería Civil.

Peña explicó las 4 grandes líneas de esta política, que apunta a administrar de manera eficiente los recursos hídricos del país. La primera línea se refiere al mejor aprovechamiento de los recursos hídricos y para ello se requiere corregir distorsiones monopólicas en los derechos de agua, fortalecer las organizaciones de usuarios, promover la gestión colectiva (en aguas subterráneas) y mejorar la infraestructura para los recursos hídricos. La componente medioambiental constituye el segundo punto del plan. Aquí se considera el tratamiento de aguas servidas (que llegará al 83% al 2006) y el control de extracciones de cuerpos de agua para asegurar el caudal mínimo para la mantención de sus ecosistemas y la prevención de contaminación en napas subterráneas, entre otros.

Las dos últimas líneas de trabajo apuntan al conocimiento de los recursos hídricos (investigación básica en demandas ambientales, establecimiento de redes de monitoreo y sistemas de información) y a la formación técnica y cultural del agua (la necesidad de contar con profesionales especializados en la gestión de recursos hídricos y de ciudadanos informados, desde la escuela, para participar en la toma de decisiones sobre estos recursos).

Una tarea transversal, dijo Peña, tiene que ver con la institucionalidad, que hoy atiende de manera fragmentada los temas relacionados con los recursos hídricos.

Para Peña, el tema del agua pone a prueba capacidad de la ciudadanía de lograr consensos, a partir de un debate civilizado, para la búsqueda de soluciones que aseguren el desarrollo sustentable de los recursos hídricos.

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