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Año
Mundial del Agua Dulce impone
más desafíos a la gestión de los
recursos hídricos
En
su Asamblea General de 2000, la Organización de
Naciones Unidas (ONU) acogió la propuesta de Tayikistán
de declarar el 2003 como el Año Mundial del Agua
Dulce y lo hizo bajo el convencimiento de que los problemas
de los recursos hídricos constituyen, en este milenio,
uno de los principales obstáculos para el desarrollo
sostenible. Para la ONU, el Año Mundial del Agua
Dulce supone una oportunidad para levantar la conciencia
ciudadana sobre la importancia del recurso y su protección,
tarea en la que se da un rol central a la Unesco, a través
de su Programa Hidrológico Internacional, PHI.
Además
de reducir a la mitad la población que no puede
acceder a agua para su consumo ni a servicios sanitarios
básicos, en la ONU se definió como prioridades
el mejoramiento en la eficiencia en el riego, la prevención
de contaminación y la inversión en infraestructura
y servicios asociadas al uso del agua. Según el
director general de Aguas y presidente de la Comisión
Nacional del Programa Hidrológico Internacional,
Humberto Peña, estas metas suponen grandes desafíos
para la política nacional de recursos hídricos,
temas que abordó, la semana pasada, en una conferencia
organizada por el departamento de Ingeniería Civil.
Peña
explicó las 4 grandes líneas de esta política,
que apunta a administrar de manera eficiente los recursos
hídricos del país. La primera línea
se refiere al mejor aprovechamiento de los recursos hídricos
y para ello se requiere corregir distorsiones monopólicas
en los derechos de agua, fortalecer las organizaciones
de usuarios, promover la gestión colectiva (en
aguas subterráneas) y mejorar la infraestructura
para los recursos hídricos. La componente medioambiental
constituye el segundo punto del plan. Aquí se considera
el tratamiento de aguas servidas (que llegará al
83% al 2006) y el control de extracciones de cuerpos de
agua para asegurar el caudal mínimo para la mantención
de sus ecosistemas y la prevención de contaminación
en napas subterráneas, entre otros.
Las
dos últimas líneas de trabajo apuntan al
conocimiento de los recursos hídricos (investigación
básica en demandas ambientales, establecimiento
de redes de monitoreo y sistemas de información)
y a la formación técnica y cultural del
agua (la necesidad de contar con profesionales especializados
en la gestión de recursos hídricos y de
ciudadanos informados, desde la escuela, para participar
en la toma de decisiones sobre estos recursos).
Una
tarea transversal, dijo Peña, tiene que ver con
la institucionalidad, que hoy atiende de manera fragmentada
los temas relacionados con los recursos hídricos.
Para
Peña, el tema del agua pone a prueba capacidad
de la ciudadanía de lograr consensos, a partir
de un debate civilizado, para la búsqueda de soluciones
que aseguren el desarrollo sustentable de los recursos
hídricos.
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