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nro 483   Jueves 5 de junio de 2003

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Alejandro Rivera
El juez que remeció a La Moneda

En 1982, después de rendir la PAA y con sólo 18 años, llegó desde Arica a la capital para conocer la universidad a la que postularía, pero el paisaje y los comentarios de algunos amigos le hicieron desobedecer a sus padres y matricularse en Concepción, donde tuvo como profesor, entre otros, a Héctor Oberg Yánez, a quien recuerda con especial afecto.


Inició su carrera como Oficial 4° del 2° Juzgado del Crimen de la capital en 1994. Allí fue clave el apoyo que recibió del juez Jorge Colvin Trucco, hijo de quien fuera su profesor de Derecho Penal, Alberto Colvin Pavez; y de Fernando Monsalve Figueroa, secretario del tribunal, hoy juez del 29° Juzgado del Crimen.

Un año después se instaló como relator de la Corte de Apelaciones de Santiago, hasta que el 28 de enero inició su interinato en el 7° del Crimen. Sólo dos días llevaba en el tribunal cuando llegó la denuncia de Contraloría que tres meses después derivaría en el procesamiento de 28 personas.

Hoy, con 37 años, el juez Rivera encabeza por unanimidad las ternas propuestas por la corte capitalina para juez titular del 6° y 7° Juzgado, está en el ojo del huracán y sus pasos son atentamente seguidos desde Palacio.

- Usted llevó una investigación que terminó complicando todavía más al gobierno ¿Qué pensó al procesar a los seremis?

-Uno no mide trascendencia, simplemente ve el expediente, lo tramita de la mejor forma que puede y resuelve conforme a derecho, independientemente de las consecuencias que pueda provocar. Si uno empieza a medir qué puede provocar con una u otra decisión, uno deja de ser juez. Nosotros estamos acá para conocer, juzgar y fallar.

- Un periodista, por lo general, quiere estar donde ocurren las cosas, los hechos que marcan ¿un juez también?

-Yo diría que no. Porque en este tribunal, por ejemplo, he tenido cuatro o cinco investigaciones pequeñas, que no son periodísticamente trascendentes, pero que han sido llevadas en forma impecable, resueltas en tiempo récor y eso entrega una satisfacción personal.

- ¿Ocurre lo mismo con el caso Mop-Ciade?

-Obviamente la trascendencia está clara, pero uno trata de hacer lo mismo que hace con los pequeños casos: investigar. Y cuando se llega a la decisión, bueno, se adopta conforme a la convicción que uno tiene, punto. Después están las instancias superiores para buscar una revisión.

- ¿Sintió en algún momento que éste era un monstruo que iba creciendo y del cual iban saliendo más cabezas...?

-No. En general jamás sentí ni siquiera la presión de la prensa o de algún sector. Ayudó mucho que durante febrero y parte de marzo prácticamente la investigación no se conocía, entonces la parte previa no se vio entorpecida.

-¿Cree que este caso pueda influir en su carrera judicial?
-Yo creo que lo que necesita este país son jueces. Independiente de cómo fallen, lo que necesita son jueces. Entonces sobre esa parte no me pronuncio porque le corresponde al Ejecutivo. Simplemente yo hago mi trabajo y punto.

- ¿Qué significa para usted ser juez?

-Ser juez es hacer justicia.

- ¿Y qué es hacer justicia?

Es dar a cada uno lo suyo, aunque a veces es difícil porque en un proceso a veces se oculta información y uno debe escudriñar para obtener la verdad. El mayor logro de un juez es reconstruir la historia y aplicar las sanciones que le corresponden a cada uno de acuerdo a esa reconstrucción, y eso a veces cuesta mucho.

Erwin Acevedo Ibáñez

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