Patricia Quilodrán
Forjadora de una comuna
Cuando
hubo que bautizar un moderno consultorio de salud de la
comuna, tres voces del Consejo Comunal se alzaron al unísono
para proponer el nombre: Dr. Edgardo Enríquez Froedden,
el que fue aprobado. Era un homenaje del propio alcalde
de Pedro Aguirre Cerda, Juan Saavedra Gorrusteguy, pero
también de dos profesionales de su equipo, entre ellas
Patricia Quilodrán Sandoval secretaria abogada municipal,
a la figura de quien fuera rector de nuestro plantel.
Patricia
a quien le corresponde -como en los momentos de esta entrevista-
actuar como alcaldesa subrogante, explica que el recuerdo
y la experiencia del paso por el plantel es una constante
en ese municipio de un barrio popular del sur poniente
de la Región Metropolitana, con 115.000 habitantes repartidos
en 95 kilómetros de superficie. Su única hermana, Julieta,
es también profesional de la U, sólo que ella, socióloga
y cientista política se especializó en Demografía en París
y hoy es investigadora del prestigioso Colegio de México,
donde reside. .
-¿Junto
al alcalde Saavedra son los forjadores de PAC?
Se
puede decir con orgullo, que nos hemos dedicado con mucho
compromiso y dedicación a la tarea, con ganas de levantar
algo y de hacer realidad un proyecto, una propuesta, que
en alguna medida quedó trunca el año 1973. Se nos ha dado
una oportunidad que en parte hace posible algunos sueños.
-¿Cómo y cuándo llega a la U.?
-¡Hace muchos años! (se ríe). Yo vivía en Concepción.
Ingresé a Leyes porque había toda una tradición familiar
de abuelos y tíos abogados. Lo hice con algunas dudas
porque me apasionaba la Antropología y también la Sociología.
Esto sucedió entre 1961 y 1965.
¿Cómo
fue esa etapa?
-Es el período fundamental de mi vida, sólo comparable
con mi larga estada en México. No quiero que suene a lugar
común, pero mi paso por la Universidad fue una etapa hermosa,
formativa, solidaria, espléndida desde donde se la mire.
Una vez que me recibí, continué como instructora en la
misma Facultad en las cátedras de Derecho Comparado y
Derecho Laboral. Ahí estaba cuando vino el 11 de septiembre
de 1973.
¿Su
estada fuera de Chile le significó ampliar su formación
profesional?
-Partí
en 1974 a la Universidad de Lovaina, en Bélgica, donde
estudié una maestría en Derecho Social. Luego me fui a
México, allá me casé, trabajé en el gobierno del Distrito
Federal, en la dirección Jurídica, e hice clases en la
UNAM, sede Acatlán. En México no se podía ejercer libremente
la profesión, pero sí trabajar como abogada y esa etapa
es otra de las experiencias extraordinarias.
-¿Luego
parte más lejos aún?
-A Sidney, Australia, ahí mi problema fue el idioma porque
yo dominaba el francés, no así el inglés. La necesidad
me impulsó y aprendí y pude trabajar en el departamento
Federal de Inmigración del Gobierno de Australia en Sidney,
atendiendo a una cantidad infinita de inmigrantes de todo
el mundo, incluido muchos latinoamericanos.
-¿Cuándo regresa?
-En
1990. Lo hago con enormes ganas, mucho ímpetu y me dedico
a buscar trabajo. Ingreso a la división de Defensa Social
del ministerio de Justicia en la época en que Martita
Woerner era la subsecretaria. Es allí donde me encuentra
Juan Saavedra, encargado por el Presidente de entonces
de formar la comuna.
-¿Qué
desafíos implica el gobierno de una comuna pobre?
-Es
un ejercicio de democracia más directa, más cercana a
la gente, con participación de las personas, de muchos
dirigentes sociales. Dirigir una comuna pobre implica
más desafíos, fortalezas, que hacerlo en una rica. En
las primeras, las personas esperan todo del Municipio
y esa demanda es muy amplia. En nuestra comuna hay asentamientos
como La Victoria, parte de la población José María Caro,
Los Maitenes o Las Lilas, donde las personas tienen muchas
ganas de progresar, de cambiarle el rumbo a su destino
y puede suceder que las demandas son mayores de lo que
se puede dar.
-Aparte del recuerdo ¿qué otras ligazones tiene con la
Universidad?
-De Concepción y de la Universidad son mis mejores amigos
y por cierto los encuentros anuales de los “popeyes” en
la termas de Quinamávida cada año, tal cual el ocurrió
el fin de semana último, son instancias para comprobar
cada vez que los lazos forjados allí en las aulas, en
los patios, en el foro, en cualquier lugar del Barrio,
son eternos.
Mónica Silva Andrade
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