Lisette García
“Pese a los embates jamás se mató el espíritu”
Como
alumna de trabajo social (1982-1987) Lisette García Bustamante,
subdirectora nacional del Servicio Nacional de la Mujer,
vivió momentos hermosos y complejos. Aún así, en el balance
final, la segunda autoridad del Sernam, quien además cursa
tercer año de leyes en una universidad privada, opina
que haber estudiado en la Universidad de Concepción fue
y sigue siendo un privilegio.
“Yo
le agradezco el que haya sido una institución, donde pese
a los embates, jamás se mató el espíritu”, enfatiza. Recuerda
que su casa estaba situada a cuatro cuadras del barrio
y que su atracción por las política públicas, en especial
las sociales, así como las de focalización, resultaron
parte de una fuerte vocación que se plasmó en la carrera
elegida.
-¿Cómo
fue su época estudiantil?
El
enfoque asistencial del trabajo social se contraponía
con lo que yo sentía que debía ser el curriculum de la
carrera, que no satisfacía las necesidades de la sociedad
en ese momento. Había temas ausentes como el de la ciudadanía,
los derechos humanos y el enfoque para la formación era
tradicional y funcional al Estado, el de la visitadora
social. Eso pasaba al interior. En los pasillos, no obstante,
se daba una completa ebullición con profesores y alumnos
de espíritu libre, crítico, se respiraba un aire libertario.
La Universidad fue un centro catalizador del espíritu
y del pensamiento libre, en una época compleja y difícil
para el mundo universitario, que se integraba al proceso
de recuperación de la democracia, pero que mantenía en
el Barrio, un cúmulo de actividades, que creaban un ambiente
interesante. También eché de menos que fuera un curso
mixto, que hubiera mayor complicidad entre mujeres y hombres.
-¿Dónde y cuándo parte su desempeño profesional?
-En La Leonera, en Chiguayante. Allí trabajé junto a un
equipo multidisciplinario en un plan piloto de salud comunitario
con dirigentes vecinales. Ese trabajo nos otorgó una mayor
riqueza en el aprendizaje y la metodología a aplicar.
A fines de 1990, en Santiago formo parte del gabinete
de la señora Leonor Oyarzún de Aylwin. Luego pasé a Integra.
Allí tuve un aprendizaje maravilloso en el mundo de la
educación pre escolar.
-¿Regresa
al Sernam donde antes ya estuvo?
-Estuve a cargo de la Coordinación Nacional de los Centros
de Información y Derechos de la Mujer, Ciden, al que considero
casi un proyecto personal, que tuvo cobertura nacional
y equipos interdisciplinarios. Partíamos de la premisa
que la información es poder y que quien no conoce sus
derechos, no los puede ejercer. Me tocó recorrer las regiones
y observar el desempeño de líderes regionales que aún
hoy conservan su influencia e impronta. Fui jefa de proyectos
en el Servicio Nacional de Menores, Sename. Pasé luego
al Conace donde trabajé hasta que fui nombrada en este
cargo.
-¿Cuál
será su aporte como subdirectora del SERNAM?
-Hay
necesidades cotidianas de las mujeres sobre las cuales
hay que poner énfasis. Es el caso del acceso al trabajo,
con políticas de empleo las cuales ya abordamos, la situación
de pobreza de las mujeres, el cuidado de los hijos. Son
temas sobre los cuales quiero ponerle la misma pasión
de la Ministra Delpiano. En materia de equidad de género
hay avances en leyes y una decena más que están actualmente
en el Congreso y relacionadas con temas tan centrales
como reformas a la de violencia intrafamiliar que la haga
más operativa. Soy profundamente regionalista y en ello
espero hacer mi aporte, para que se reconozca la particularidad
de las regiones y en la creación de modelos de intervención
que recojan esos elementos propios.
-La U de Concepción ha sido una adelantada en materia
de estudios de género.
Lo sé y me enorgullece. Conozco a Felicitas Valenzuela,
una académica importante en este tema, quien me ha invitado
en alguna oportunidad. Creo que esos estudios pueden ser
la base de acciones horizontales, entre disciplinas diferentes,
que den cuenta de esa diversidad. Es necesario dar un
salto cualitativo y reforzar los enfoques de género por
ejemplo, a nivel de académicos y centros de alumnos.
Mónica
Silva Andrade
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