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La palabra del docente:
motriz de una educación vital
Las
habilidades cognoscitivas, los conocimientos específicos
y destrezas propios de la disciplina, los valores profesionales
y la reflexión crítica son los elementos que, para Livacic,
aseguran el buen desempeño profesional.
El
Premio Nacional de Ciencias de la Educación, Ernesto Livacic,
durante su conferencia.
El
Premio Nacional de Ciencias de la Educación, profesor
Ernesto Livacic Gazzano, se dirigió a los docentes en
la charla La docencia universitaria como servicio a la
formación humana. Entre las ideas que expuso se encuentra
el que las instituciones no son estáticas, sino dinámicas,
por lo tanto no hay que aferrarse a esquemas pasados.
Las
universidades han evolucionado desde una mera instancia
académica, de cultivo desinteresado del espíritu, a la
universidad presionada por su entorno a entregar profesionales
con exigentes niveles de especialización y eficiencia.
“No podemos negar ninguna de dichas realidades. Sí, creo,
cabe preguntarnos acerca del mejor modo en que las universidades
pueden formar a sus estudiantes para dar adecuada respuesta
a ellas”.
“Anhelamos que la universidad contemporánea, junto con
situarse en la perspectiva de las necesidades actuales,
busque darle satisfacción desde su propia naturaleza”.
El
profesor Livacic considera seis habilidades básicas para
el buen desempeño profesional: habilidades cognoscitivas,
conocimientos específicos de la disciplina, destrezas
aplicadas en el campo específico de la disciplina, los
valores de la profesión y, por último, habilidades de
reflexión crítica.
Para
concluir dedicó tiempo para reivindicar la palabra del
docente, la cual es vertiente de muchas potencialidades
en favor de la formación humana de los estudiantes. “Ni
la imagen ni los instrumentos la relegan de los territorios
de la docencia universitaria. Será siempre necesaria,
con sus mejores propiedades y características: Una palabra
clara, en que el sustantivo acerque al objeto que nombra
y lo redima de la nebulosa. Una palabra sencilla, aun
cuando debamos manejarnos dentro del metalenguaje de una
intrincada disciplina, que hagamos comunicable y no críptica.
Una palabra plástica, en que el adjetivo trasunte las
cualidades que permiten distinguir y entender. Una palabra
confiable, que suscite, que provoque el crecimiento del
otro”.
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