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Alejandro
Vera
Dediqué
mi trabajo a las personas
más importantes de mi vida
Alejandro
Vera tiene 27 años, fue premio Universidad de Concepción
en 1996, ganó la beca Presidente de la República para
estudios de doctorado en el extranjero. Está casado con
la cantante lírica Marcela Maturana, quien fue su compañera
en la carrera de Música. Su hijo, que tiene 3 años, nació
en España, todavía tiene esa nacionalidad y habla con
ese característico acento.
A
la siete de la mañana del lunes, de la semana pasada,
recibió una llamada telefónica, en la que le informaban
que había ganado el premio de Investigación Musical Emilio
Pujol, galardón que se otorga anualmente para homenajear
al destacado musicólogo e intérprete Emilio Pujol, el
cual fomenta la investigación sobre música española. Estuvo
durante cuatro años estudiando Historia y Ciencia de la
Música en la Universidad Autónoma de Madrid.
¿Cómo
enfrentaste el desafío de estudiar el posgrado y ser papá
en el extranjero?
El hecho de ser papá fue una dificultad adicional al sólo
hecho de ir a estudiar, pero con Marcela nos complementamos
súper bien, nos turnamos para cuidar a Javier y cuando
él cumplió 5 meses lo inscribimos en una guardería, la
que hasta hoy extraña mucho. Marcela también estudió,
se especializó en canto en la Escuela Superior de Canto
de Madrid. Logramos complementar los papeles de estudiantes
y papás, Marcela cantó como solista en la opera El ahijado
de la muerte, de Wilfred Junge, lo que fue un logro para
nosotros tres.
¿Cómo fue el proceso de habituarte en un país nuevo, donde
probablemente no conocías las reglas del juego?
Al principio fue difícil, no conocía mucho y andaba bastante
perdido sobre todo con los trámites, ¡todo lo hacía mal!
Como anécdota Alejandro cuenta: “una vez, en una estación
de trenes, me acerqué al encargado de vender los boletos
para preguntarle qué tren debía tomar, el empleado me
hizo una seña con el brazo apuntando hacia un andén sin
mirarme, yo para confirmar su seña apunté hacia la dirección
y sin querer le pegué en la cara a una señora que estaba
a mi lado, me dio tanta plancha que salí corriendo sin
mirar atrás y rojo de vergüenza”.
¿Qué
te llevó a postular al premio Emilio Pujol?
Siempre
quise que mi trabajo se publicara, para que no ocurriera
lo que le pasa a la mayoría de las tesis, las que se quedan
en alguna estantería olvidadas. Mi trabajo se llama El
Libro de Tonos Humanos de la Biblioteca Nacional de Madrid:
estudio del manuscrito. Se trata de la antología de música
vocal profana más extensa del siglo XVII. El académico
Alvaro Torrente, de la Universidad Complutense, me sugirió
que me presentara al premio. Bueno el resto ya lo conoces.
¿Existe
alguna diferencia entre los profesionales de nuestra universidad
y los de España?
Pienso que cualquier comparación no tiene sentido ya que
el medio es totalmente distinto, si bien es cierto que
allá existe más infraestructura, los profesionales que
egresan de aquí poseen una gran calidad docente. En España,
por ejemplo, la carrera de Música dura tres años, por
lo que los profesores de música que salen de aquí tienen
una mayor formación musical. Lo que es cierto es que,
pese al alto nivel de formación, aquí todavía falta por
desarrollar la parte investigativa de la música, la musicología,
que es lo que aprendí en España. Yo no sabía de metodología
de investigación y lo aprendí, en eso se basa mi tesis
y es lo que quiero seguir haciendo aquí, en alguna universidad.
¿Cómo fue tu regreso a Chile y cuáles son tus proyectos?
Obviamente fue mucho más fácil volver acá que partir a
un lugar desconocido, en este sentido mi familia ha sido
un gran soporte, me apoyan en lo que hago, es por eso
que mi trabajo se lo dedico a ellos, las personas más
importantes de mi vida, a mi señora, mi hijo y mis padres.
En cuanto a mis proyectos, por el momento recién encontré
trabajo en el Colegio Adventista donde me dieron la oportunidad
de hacer clases en un electivo de guitarra y piano, pero
lo que realmente quiero es dedicarme a la investigación,
ojalá que alguna universidad se interese en desarrollar
esa veta de la música.
Karina Fuentes R.
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