Sembrando cambios en la educación rural
Los
profesores rurales manifiestan una percepción mayoritariamente
positiva del proyecto. Fundamentan esta apreciación en
que incorporar tecnologías agropecuarias mejora la motivación
tradicional en sectores rurales y la valoración del medio
por parte de los niños.
Una
significativa transformación en los establecimientos campesinos
y sus profesores, un compromiso notable de los académicos
que se integraron al equipo, real participación de toda
la comunidad y la validación de un modelo de enseñanza-aprendizaje
que hizo pertinente la educación al mundo rural y que
es mirado atentamente por el Gobierno con la intención
de replicarlo, son parte de los logros del proyecto de
apoyo a la educación básica rural, que durante 3 años
realizó un equipo de veinte docentes del Campus Chillán.
Patricio
Rojas, coordinador de la iniciativa, explicó que el objetivo
fue mejorar la pertinencia y eficacia de la educación
básica rural y vincularla con tecnologías silvoagropecuarias,
utilizando la informática y otros recursos pedagógicos
existentes en los establecimientos. La experiencia partió
en 1998, con un equipo de trabajo interdisciplinario,
integrado por profesionales del agro y la informática.
A
partir de la realidad de Ñuble y su alto porcentaje de
ruralidad (44%), el programa piloto en tres microcentros
(50 escuelas, 1.277 alumnos, 84 profesores y 64 apoderados)
apuntó a desarrollar un modelo que incorporó tecnologías
productivas silvoagropecuarias al curriculum de las escuelas,
para que sus alumnos puedan desempeñarse en el sector,
aportando su capacidad innovadora y evitar así la emigración
a la ciudad, un fenómeno cada vez más frecuente en el
campo chileno.
Aporte
trascendental
El
programa, en tres zonas agroecológicas distintas -secano,
valle central y precordillera- permitió capacitar a los
profesores en computación, uso de software y tecnologías
agrícolas. Además, incluyó acciones destinadas a fortalecer
la relación escuela-comunidad, lo que ha contribuido a
un mejor apoyo al estudiante por parte de su familia y
entorno, señaló la encargada regional de educación rural,
Elisabeth González.
Con
este proyecto, dijo, la Universidad ha hecho un trascendental
aporte a la enseñanza en zonas campesinas. Ha abordado
con singular éxito uno de los temas claves para ese sector:
la pertinencia.
Es
común ver casos de docentes trasplantados de la ciudad
al campo, que desconocen la vida de los lugares en que
están insertas sus escuelas. Por eso, en la medida que
un profesor rural tiene competencias y conocimientos del
mundo agrícola, el alumno se identificará con él. Desde
ahí es más fácil diseñar mallas curriculares complementarias,
que sean pertinentes a esa realidad y que identifiquen
al niño con su medio, señala Patricio Rojas.
Los
hitos
Entre
los resultados del proyecto, también es relevante la valoración
e integración de la escuela con su entorno, a través de
la inclusion en el currículo de tecnologías silvoagropecuarias.
Fue posible cambiar ideas bastante arraigadas sobre las
posibilidades de desarrollo dentro del mundo rural. Ahí
generalmente hay una subvaloración, ya que se considera
casi como un fracaso el que un niño continúe o desarrolle
actividades agrícolas. Así
nació un programa de perfeccionamiento para profesores
básicos rurales que vinculó los diferentes subsectores
de enseñanza con tecnologías silvoagropecuarias, utilizando
diferentes recursos pedagógicos, como rincones de aprendizaje,
patio e informática.
Además,
validó instrumentos de aprendizaje que vinculan tecnologías
silvoagropecuarias, computación, niveles escolares y recursos
pedagógicos existentes en el aula multigrado. Un modelo
que se hizo en el camino. Fue aprender haciendo, explica
el coordinador del proyecto.
Durante
su desarrollo diseñaron un software interactivo pertinente
a la escuela básica rural, con sistema de simulación de
alternativas productivas agrícolas, pecuarias y forestales,
que sirve de apoyo a la docencia de los diferentes subsectores
de aprendizaje. También, un instrumento de evaluación
específico para alumnos de escuelas básicas rurales que
incorpora elementos cognoscitivos, actitudinales y habilidades
logradas.
Proyecciones
El
proyecto significó también un fuerte compromiso de los
docentes del Campus, quienes crearon lazos afectivos con
las comunidades campesinas.
Pese
a que el 2001 marcó el término del proyecto, sus resultados
y el interés del ministerio de Educación por seguir trabajando
con el Campus Chillán, llevó a una asociación con Enlaces
Rural. De esta forma, cuatro microcentros: Río Itata,
Cordillera y La Unión y Las Camelias (de las comunas de
Trehuaco, Pinto y Bulnes, respectivamente), cuya habilitación
en informática fue entregada a la sede, se incorporarán,
a partir de su segundo año de capacitación, al programa
de innovaciones tecnológicas.
En torno al proyecto se generó la idea de crear un perfeccionamiento
que conduzca a un diplomado, magister u otro tipo de grado
que estimule y recompense la dedicación del profesor.
También ha significado una mayor coordinación con las
facultades de Educación de las universidades de Concepción
y del Bío Bío, para complementar las actividades desarrolladas
e incorporar aspectos pedagógicos y curriculares en las
escuelas.
En definitiva, es una oportunidad para establecer un centro
de apoyo para los profesores del campo y elaborar materiales
para la educación rural, entre otras acciones. En cuanto
a la idea de replicar el proyecto, además de conectarlo
con Enlaces Rural, el ministerio de Educación ha solicitado
al equipo -que integran Patricio Rojas, Alejandro Santa
María, Guido Gutiérrez y Marco Castro- que apoye a la
Asociación de Municipios de la Octava Región.
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