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Gabriel
Coddou
Con la música recuperar la lengua huilliche
Algo
parecido a un misionero, Gabriel Coddou Espejo encontró
en Chiloé un lugar que le permite dedicarse a lo que más
le gusta, la música.
Ex
alumno de la Escuela de Música de la Universidad, Gabriel
también ayudó en la programación de Radio Universidad,
fue profesor-ayudante y luego titular, hasta que hace
cerca de 30 años debió partir a Quito, Ecuador. De regreso,
llegó a Chiloé para comenzar todo un movimiento en esa
comunidad. Entre ellos, la Academia de Música de Ancud,
las Jornadas Musicales de Chiloé y el Coro de Niños Huilliches
de Molulco, comuna de Quellón. Con ellos llegó a Concepción
a presentar el Cancionero Jesuita Mapuche, donde participó
especialmente su hijo Gabriel, flautista, recientemente
llegado de Holanda donde realizó estudios para flauta
dulce.
-¿Cómo
nace su interés por la música?
-En
mi familia ha habido músicos tanto entre los Coddou como
en los Espejo. Siempre, desde niño hubo mucha música en
mi casa, mi madre toca piano, mi papá arpa, en la casa
había piano...
-Y,
¿cómo surge su idea de estudiar en esta casa de estudios?
-La
Universidad fue formada por una serie de familias penquistas
muchos años atrás y entre ellas las mías. Alberto Coddou,
el primer vicerrector, era mi tío. La Universidad era
como nuestra casa, desde chicos veníamos a jugar aquí,
mi mamá y algunos tíos trabajaban en la Universidad, además
yo vivía en la calle Los Aguilera, muy cerca de aquí.
Por otra parte, un montón de gente de mi familia ha pasado
por esta Universidad. Irme de acá, cuando me exoneraron
en 1973, era desconcertante, pero al mismo tiempo interesante.
Eso me impulsó a hacer cosas y en este minuto estoy haciendo
algo que me gusta mucho.
-Pero,
cuando usted entra a estudiar música no había una escuela
realmente universitaria...
-En
ese tiempo existía la Escuela de Música del Coro Polifónico
de Concepción y la Universidad tenía como una tuición
docente sobre ella. Yo entré a estudiar en 1964, en 1965
fuimos los primeros alumnos que nos empezamos a interesar
por crear la Escuela de Música de la Universidad, y la
creamos finalmente, en 1966 estudiamos pedagogía, nos
dieron título y yo seguí estudiando piano y dirección
coral.
-¿A
qué profesores y compañeros recuerda de esa época?
-A
muchos, pero ahora que estuve en la Universidad me reencontré
con mis compañeros Juan Aeschlimann, actual director de
Radio Universidad, Gonzalo Gamboa, programador de esa
misma radio y Luis Alarcón, jefe de Gabinete. Como profesores
recuerdo a Alfonso Boegeholz, Traute Blecher, profesora
de dirección coral y ramos metodológicos, Sergio Parra
que está en Valdivia, Miguel Aguilar que llegó de Alemania
en ese tiempo y nos hizo clases de ramos teórico-musicales
imborrables, María Elena Guíñez, Alicia Estrada... Fue
una época interesante, una época además muy atractiva
en la Universidad misma, cuando había mucho movimiento
cultural, y en la Escuela de Música se desarrolló mucha
actividad en ese tiempo.
-Durante
su estada por 21 años en Chiloé ha generado un gran movimiento
musical. ¿Cómo se enfrenta a la cultura huilliche?
-En
este minuto son muy pocas las personas que hablan la lengua
y el proyecto que tengo con ellos y con otros coros en
Chiloé, es utilizar la música, el canto coral, como un
factor de colaboración en la recuperación de la lengua
huilliche o a lo menos de conocimiento de lo que era este
dialecto.
-Pero,
al elegir el repertorio, debió adaptar el cancionero universal
a la lengua...
-Quedan
tres o cuatro canciones en huilliche, casi todas de origen
ritual, no muy aptas para ser cantadas por coros de niños.
Entonces, dentro del proyecto de este coro iniciado en
1993, cuyo afán principal era enseñarles música a estos
niños rurales, se produjo la posibilidad de ayudar, con
la música, en la recuperación de esa lengua.
Ximena
Cortés Oñate
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