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nro 418   Jueves 30 de agosto de 2001

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  • EXALUMNOS

Valeria Prado Jiménez
No se hace ciencia en solitario

" Recuerdo un Festival de Canes, en que a los perros de Fisiopatología, se les disfrazó y se les hizo desfilar; o una batalla naval entre soldados romanos en la laguna de Los Patos."

Valeria Prado Jiménez (médico, casada, dos hijos) es la directora del programa de Microbiología y Micología del Instituto de Ciencias Biomédicas de la facultad de Medicina de la Universidad de Chile. Nació en Valparaíso, vivió en Tomé; estudió en Chillán, donde obtuvo el premio como la mejor alumna egresada de la provincia de Ñuble y la beca Enrique Molina para estudiar Medicina en la Universidad de Concepción en 1962.

Su historial de mejor alumna alcanzó todos los niveles de su educación; mientras que su desempeño profesional, académico e investigativo de primer nivel la ha convertido en un referente en el campo de la microbiología en Latinoamérica. De ahí que su agenda incluya quince o dieciséis viajes al año para estar presente en congresos de pediatría y de infectología pediátrica. Fue invitada como expositora a la celebración de los cien años de la Sociedad Interamericana de Microbiología, en Estados Unidos, e integra comisiones y grupos de estudio de la Organización Mundial de la Salud, Oms.

-¿ Cómo recuerda su etapa de estudiante de Medicina?

-Como una de las épocas más felices de mi vida. Se dio en un ambiente único, con múltiples actividades, con fiestas mechonas y desfiles de carros alegóricos inolvidables. Los alumnos de Medicina eran creativos, entretenido y originales, con estupendos actores. Recuerdo un Festival de Canes, en que a los perros de Fisiopatología, se les disfrazó y se les hizo desfilar; o una batalla naval entre soldados romanos en la laguna de Los Patos. El ambiente político que se vivía era interesante porque para debatir y defender lo que creías, tenías que prepararte, saber de lo que hablabas y de paso te ayudaba a formarte como persona y como ciudadana. Sólo un detalle, en mi tiempo el cupo de ingreso a Medicina era limitado para las mujeres.

-¿Cómo parte su especialización?

-Me casé y vine a Santiago, donde terminé la carrera. Me inquietaba el tema de la investigación. En pediatría del Calvo Mackenna tuve al médico Jorge Howard como mentor, porque era un sistema de cátedra con el jefe de servicio respectivo. Tuve muy buen rendimiento en la beca de formación académica y me contrató la facultad de Medicina como docente, oportunidad en que pude iniciarme en la investigación clínica. Ejercía como pediatra, en una media jornada e investigaba en la otra.

¿Cual es su línea de investigación?

-El estudio de las bacterias, su estructura, fisiología, como se producen, como se previenen y se tratan en el organismo. Una línea de investigación que he seguido desde hace largos años se relaciona con aquellas que producen las diarreas infantiles. Nuestro trabajo permite mejorar las técnicas de diagnóstico. En 1980, y por un año, estuve becada en Italia. El Ospedale Lazzaro Spallanzani, de Roma, es el gran centro de enfermedades infecciosas de la región del Lazio por lo que pude aprender en el ámbito de las meningitis bacterianas y de la hepatitis B en niños con padres drogadictos. También en el campo de las infecciones intrahospitalarias tuve experiencias valiosas.

-¿Qué les preocupa o en qué están en materia de investigación microbiológica?

-Un proyecto nacional para lo cual hemos conformado un red de vigilancia de resistencia antimicrobiana presente en once hospitales del país, entre ellos el Grant Benavente, de Concepción. Pretendemos definir los patógenos más importantes en distintos síndromes y su patrón de resistencia a los antibióticos, fundamental para orientar la terapeútica. También estudiamos las bases moleculares de la resistencia de patógenos, como la Shigella bacteria, que produce diarrea con sangre u otra bacteria que provoca la faringo amigdalitis. Desde 1986 estudiamos una bacteria que provoca el síndrome hemolítico urémico en menores de cuatro años. Tiene una letalidad importante o deja secuelas en los riñones con hipertensión en los pequeños. Su fuente de origen es la zoonosis, especialmente del vacuno y el porcino, cuando se faenan, y la carne molida. Tenemos una red de once centros centinelas de Arica a Coyhaique. Las autoridades sanitarias han tomado medidas de control en los mataderos.

-¿Mantiene nexos con la U. de Concepción?

- Con el profesor Raúl Zemelmann; con Claudia, su hija pediatra que aprovechó una residencia en Santiago para hacer un magíster en Microbiología, hizo su tesis y volvió a Concepción. Existe un convenio Mecesup firmado entre las universidades de Chile y de Concepción donde surgirán actividades conjuntas.

-¿ Recomienda su especialización?

- Es una actividad fascinante, si bien la vida científica es competitiva porque hay que postular a fondos. Los niveles de ingreso no se comparan con el ejercicio de la medicina clínica y eso podría desincentivar a muchos, pero es gratificante tener la certeza que se trabaja en equipo por el bienestar de muchos, pues la investigación no se concibe en solitario.

Mónica Silva Andrade

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