"La nucleoelectricidad-producción de energía eléctrica a
través de reactores nucleares- se vislumbra como una buena alternativa para enfrentar la
mayor demanda de energía que tendrá el país en los próximos años. De hecho, ha
demostrado ser la respuesta para países que enfrentaron déficit como Estados Unidos y
Francia y así lo han entendido también naciones vecinas como Argentina y Brasil".
Así lo señaló Mauricio Lichtemberg, director ejecutivo de la Comisión Chilena de
Energía Nuclear (Cchen), quien asistió a la clausura de la muestra de ese organismo en
el Campus Chillán, que alcanzó más de 5 mil visitas en cinco días.
El ejecutivo reconoció cierto atraso de nuestro país en esta materia que depende,
dijo, de dos factores: el interés de los privados y la existencia de un programa
nacional, que impulse esta alternativa. Además, los inversores requieren reglas claras,
que aquí no existen. "En todas las otras áreas energéticas está rayada la cancha,
en la nuestra hay que rayarla", expresó.
Otro aspecto que ha jugado en contra son las cuestiones ambientalistas, ya que la
opción nuclear genera una reacción emocional negativa, sin embargo se trata de un mito
ya que actualmente las centrales nucleares son altamente seguras".
Mauricio Lichtemberg explicó que a la Cchen le interesa que el tema se mantenga lo
más vigente posible, pese a que reconoció que no hay un interés expreso de las empresas
por incursionar en esta alternativa. "No queremos bajar los brazos, ya que si bien no
es una respuesta inmediata ante un eventual problema de suministro energético, lo cierto
es que si este país pretende crecer a las tasas de años anteriores requiere nuevas
líneas de desarrollo para tener una energía segura".
Erik Herrera, ingeniero -magister en Nucleolectricidad- de la Comisión Chilena de
Energía Nuclear, explicó que Chile pasó en los últimos 20 años a triplicar su
capacidad de generación eléctrica, pero todo indica que no es suficiente, dijo, ya que
el consumo total nacional muestra una crecimiento explosivo -de ocho mil 800 gigawatts a
casi 36 mil en los últimos 20 años-. De hecho, se vislumbra una seria crisis energética
a partir del 2015.
En consecuencia, es el momento de buscar una alternativa diferente: diversificar el
campo energético, de modo de no estar sujeto exclusivamente a la hidroelectricidad, donde
el factor climático juega un rol demasiado protagónico. La crisis de 1999 es un claro
ejemplo.
En cuanto a las centrales de gas natural, sostuvo que si bien son una alternativa más
cercana en tiempo de materialización y costos, tiene puntos en contra como un alto grado
de dependencia energética internacional y la certeza de que los yacimientos argentinos
tienen una vida útil de no más de 40 años.
En opinión del especialista de la Cchen, el tiempo es un factor relevante, de ahí la
importancia de anticipar una decisión al respecto. De acuerdo a la complejidad de una
obra de esta naturaleza y las regulaciones de seguridad y construcción, la puesta en
marcha de una central demandaría una inversión de 2 a 3 mil millones de dólares y
tomaría de 8 a 10 años.