Las principales autoridades universitarias, encabezadas por el
rector Sergio Lavanchy, se reunieron para homenajear a un docente que dio gran parte de su
vida y sus enormes conocimientos a la Universidad de Concepción. Esta casa de estudios
que lo acogió hace casi medio siglo y que ahora le retribuye su agradecimiento con una
distinción que encierra el más profundo cariño a un hombre que batalló por un
desarrollo científico completo y armónico, Raúl Zemelman.
Durante la jornada, el decano de la facultad de Ciencias Biológicas, Sergio
Mancinelli, destacó cómo este químico farmacéutico ha buscado realzar la tarea más
importante de la Universidad, la educación, enfocada a las exigencias actuales, de
continua evolución cultural y tecnológica, donde el perfeccionamiento equilibrado entre
docencia e investigación es tarea de todos los días.
"La mística académica fue uno de los principios seguidos por Zemelman, siendo
precursor del magister en Microbiología y del doctorado en Ciencias Biológicas, todo con
el fin de realzar el prestigio de una disciplina que ha dado gran número de estudiosos,
que hoy colaboran a lo largo de todo el país.
Además, su preocupación por la bacteriología aplicada a los antibióticos lo ha
hecho publicar más de 100 artículos en las principales revistas de la especialidad, todo
para desarrollar la calidad de las nuevas generaciones de estudiantes", señaló
Mancinelli.
El acto se inició con una profunda introducción que ilustró al académico, incesante
investigador y dedicado formador de jóvenes, para luego escuchar la simbólica lectura,
por parte del secretario general Rodolfo Walter, del decreto 2001-106 que aprobó su
nombramiento y llegar a la emotiva firma del libro de Honor de Profesores Eméritos.
Posteriormente se le hizo entrega al profesor Zemelman de la medalla, símbolo de su
invaluable aporte a la Universidad. Junto a ésta, tomó la palabra y un cúmulo de
añoranzas brotaron entre los asistentes.
"Después de una niñez difícil e inquieta resaltó Zemelman-, donde cada
paso que iba sembrando mi interés por la ciencia, se mezclaba con experiencias que
fortalecieron mi persona, comenzó mi participación en los seminarios y talleres, los que
me prepararon para llegar a la actividad universitaria más importante, la docencia, cuna
del enriquecimiento de las sociedades y fortaleza de la razón humana, la cual tiene su
mayor elaboración en la enseñanza de posgrado, perfeccionamiento fundamental para el
desarrollo de la persona."
Al finalizar, reconoció que la gratificación más grande es el agradecimiento por la
enseñanza entregada, lo que enaltece la labor como formador de todo académico, el cual
no debe olvidar jamás, honrar a su profesión. "Ser profesor es más que investigar
un caso específico o representar a la universidad ante otras instituciones, es una
vivencia interior, comunión de sentimientos que enriquecen la vida, convencimiento de que
la verdadera sabiduría a la que debe aspirar el ser humano es desarrollar la capacidad
integral del prójimo, basándose en la fuerza de la intelectualidad", recalcó
Zemelman.
Un principio difícil de concretar, pero es el ejemplo más cercano y valedero de una
realidad a la que aspiró un hombre como Raúl Zemelman, quien buscó en la docencia el
paso necesario para la formación de personalidades estudiantiles más fuertes y
humanitarias, que permitan perfeccionar el trabajo científico y asegurar una vida
académica verdaderamente eficaz.