Revista Panorama

CONCEPCION CHILE N. 405 

JUEVES 26 DE ABRIL DE 2000

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Mila Urrutia Bunster
Recibí una formación de vanguardia

* Miembro de una familia de raigambre penquista, sus padres residen en el campo en Bulnes. Su marido hace treinta años, el abogado Avelino León Steffens, es hijo del que fuera destacado académico de Derecho, Avelino León Hurtado. Tienen cuatro hijos universitarios. "Nos conocimos en Santiago. El es penquista como yo. Curiosamente en Concepción no nos encontramos", recuerda.

En los encuentros de camaradería de su Escuela jamás falta un brindis por la Universidad de Concepción. Lo ofrece Mila Urrutia Bunster, profesora titular y directora de Posgrado de la Escuela de Enfermería de la Universidad Católica de Santiago. Explica. "Mi corazón está dividido entre la Universidad que me formó y en la que he estado veinticinco años", explica.

Ha dirigido cursos por Teleduc y es invitada permanente a programas televisivos, siempre en la perspectiva del autocuidado y de la salud integral. Es académica del primer programa a Distancia en Enfermería en el que participan profesionales de habla hispana de diferentes países, a través de Internet.

-¿Cómo fueron sus tiempos de estudiante de Enfermería?

- Estudié primero dos años de Ingeniería Comercial. Me cambié Enfermería, cuya sede estaba en calle Rengo. Allí había un grupo de profesoras muy de vanguardia, que estimulaban a las estudiantes, que invitaban al cuestionamiento de todo, que viajaban a seminarios, congresos en el extranjero y siempre tenían una voz autorizada. María Figueroa, que es Profesora Emérita; Irene Bocaz, Pilar Zapatero, Teresa Mendoza, especialista en siquiatría. Pienso que fue por ella que me dediqué a la salud mental. Entre mis compañeras estaban Elizabeth Dunnage, Evangelina Arenas y Norka Guzmán. Hace dos años mi curso se reunió en Tomé. Desgraciadamente no pude asistir.

-¿Respecto a la actividad extracurricular?

- Fui reina mechona de la Escuela de Economía, pero me retiré y no llegué a la final. Guardo de recuerdo la cinta que comprueba mi breve reinado. El ambiente universitario, pese a nuestra lejanía con el Barrio, era atractivo, con mucho contacto con otras carreras, gran camaradería especialmente con los alumnos de Medicina. Hacíamos tareas sociales conjuntas para inundaciones o temporales. Nos decían los ratones en el zapallo, porque el bus de la Universidad era amarillo y nosotros llevábamos uniforme gris. Fue un tiempo de estudio, pero además de alegría y entretención. Un tiempo de fuerte espíritu universitario surgido del contacto interescuelas y de la camaradería de las fiestas en el subterráneo de la Parroquia Universitaria y de los encuentros en El Ombligo. ¿Todavía existe?

- ¿Cómo y cuándo parte su ejercicio profesional?

- Tras recibirme en 1968, me especialicé en Siquiatría en la Universidad de Chile. Hice un magister en Salud de la Comunidad, ingresé al hospital JJ Aguirre, donde llegué a enfermera jefe. Desde 1976 estoy en la Universidad Católica, primero como profesora media jornada, hasta ser profesora titular. He sido jefe del departamento de Enfermería, subdirectora de la Escuela, miembro del Consejo de facultad de la Escuela de Medicina y directora de Posgrado.

- ¿Qué ha variado y qué permanece en la formación académica de las enfermeras?

- Los cambios más notables tienen que ver con las actitudes, con la mejor manera de hacer las cosas, con las discusiones, las críticas, las propuestas de soluciones, las habilidades de liderazgo. Me ha tocado viajar mucho por proyectos de la Escuela. He estado en Europa, Estados Unidos, América Latina y veo como se nos valora afuera, al tiempo que palpo las diferencias, que también las hay. Respecto a lo que queda, pienso que es la vocación y el espíritu de servir, sin el cual es difícil ejercer esta profesión. Es preocupante el poco interés de las nuevas generaciones por estudiar Enfermería, no sólo en Chile. Se explica, porque es una profesión dura, rigurosa, sacrificada y poco visible, en medio de una sociedad que privilegia lo contrario. En nuestro país los positivos indicadores de salud que existen se deben en gran medida a la acción de las enfermeras.

-¿Mantiene algún contacto con la Universidad de Concepción?

-Hace tres años desarrollamos en la UC con la Universidad de Ottawa y la Agencia Canadiense de Desarrollo Internacional un programa que consiste en apoyar a las usuarias en la toma de decisiones en salud. Se trata que las mujeres sepan qué hacer frente a un determinado problema de salud, que se conozcan, que aporten, es decir cambie la verticalidad que se con el profesional que dice o prescribe algo y el paciente acata. Con metodologías especiales que intentan la reflexión con el otro, que guían, que apuntan hacia un cambio cultural y al empoderamiento de las mujeres. Nuestra experiencia práctica en la comuna de La Pintana es alentadora, e incluso surgió un centro de medicina alternativa mapuche. Trabajamos equipos chilenos y canadienses. Queremos diseminar la experiencia, para lo cual hemos invitado a universidades de todo Chile y por cierto a la de Concepción. Una experiencia similar realizará la Escuela de Enfermería, cuya directora Roxana Enríquez, estuvo en enero en las reuniones preparatorias. Cual sería la sorpresa de encontrarnos. Fue mi alumna en un posgrado.

Mónica Silva Andrade