El Instituto de Salud Pública cumplió 71 años, mientras que desde
hace 29 años se desempeña allí el químico farmaceútico Luis Johnson Rojas. Asesor de
la Organización Mundial de la Salud y asesor permanente del ministerio de Salud de Chile
en el área de su especialidad: las vacunas. En abril los periodistas le preguntaban
insistentemente sobre el tema, en su condición de integrante -además- del comité
ejecutivo del ministerio de Salud para la campaña de vacunación antigripal.
Jefe de Control Biológico del Instituto de Salud Público estudió Química y Farmacia
en la Facultad respectiva de nuestra Universidad hasta donde llegó desde Los Andes donde
nació. Casado con su colega Edwig Rojas, quien se desempeña en el Hospital del Tórax,
tienen dos hijos. Una de ellas, Carol estudió Periodismo en la Universidad de Concepción
y acaba de recibirse. El hombre es Ingeniero Civil.
¿Cómo fue que llegó a estudiar a Concepción?
El prestigio de la Universidad y de la Facultad hizo que yo emprendiera la aventura de
trasladarme desde Los Andes a Concepción, cuando tenía 16 años. No salí defraudado,
porque viví experiencias muy buenas, en un ambiente de camaradería, donde la formación
era completa, donde había un intercambio enorme entre escuelas y estudiantes de
diferentes profesiones.
¿Cuáles son los recuerdos que guarda de su estapa de estudiante?
Recuerdo noches enteras de conversaciones sobre temas políticos, culturales, sociales,
de aportar ideas sobre como hacer que el mundo fuera mejor, con participación en
campañas de alfabetización en poblaciones. El estudio era importante, pero no lo único,
porque además estaba la entretención y nuestra participación activa en los machitunes.
Los carros de Química y Farmacia eran siempre de los mejores, los de Ingeniería podían
tener más recursos técnicos, pero los nuestros eran más artísticos. No me olvido de
aquél en que yo colaboré, era un elefante blanco en un piso de pétalos de flores.
También las pensiones donde viví y el pololeo con mi esposa, en los últimos años de la
carrera, ocupan un lugar importante.
¿Quiénes fueron sus compañeros y sus profesores?
Entre los recuerdos no pueden faltar quienes fueron mis mejores amigos Carlos Hinzpeter
y Pedro Cheúl o a profesores que de alguna manera influyeron como Ricardo Woerner o el
profesor Aránguiz.
¿Cómo ha sido su desempeño profesional?
Partí en los Laboratorios Clínicos del Hospital San Juan de Dios, primero y en el
Félix Bulnes, después. Desde 1971 estoy en el Instituto de Salud Pública donde he
tenido una trayectoria que partió en Control de Calidad de Medicamentos donde me dediqué
al área de vacunas y a montar técnicas de control de vacunas. Fui jefe del departamento
de Producción de Vacunas y jefe de Control Nacional, luego estuve como subdirector. En
1985 hice un magister en Salud Pública, con mención en Epidemiología en la Universidad
de Chile. Actualmente soy profesor de Legislación Farmaceútica en la Universidad
Católica.
¿Cómo está Chile en materia de vacunas?
Chile es pionero, siempre está un paso adelante. Sucede que tenemos una larga
tradición salubrista que nos ubica muy bien en el mundo. Es frecuente que donde uno vaya
siempre hay un recuerdo para un profesional chileno que ha hecho un gran aporte. En los
Institutos de Salud Pública de diferentes países hay fotografías de médicos como los
Dres. Krauss, Fuenzalida, Palacios. Estos dos últimos crearon la vacuna antirrábica. En
general, Chile tiene importantes logros en materias de vacunas que logran salvar vidas que
de no mediar, se perderían. Somos muy vulnerables a la tuberculosis, sin embargo,
aplicamos una vacuna que impide que los enfermos mueran. En 1970 logramos controlar la
poliomelitis; la viruela está totalmente erradicada. Actualmente trabajamos en la vacuna
de la hemofiloinfluenza que es una enfermedad, que no tiene nada que ver con la influenza,
que provoca meningitis y alta tasa de mortalidad. Todavía está en estudio.
Durante su trayectoria profesional ¿qué percepción ha tenido sobre la formación
que le dio la U.?
La Universidad me entregó una formación importante en aspectos tales como el
interactuar y el trabajo en equipo con otros profesionales del área. A mí nunca me
resultó extraño trabajar junto a médicos, dentistas, bioquímicos, enfermeras y
químicos farmaceúticos. Formábamos equipos completos en el Hospital bajo la guía de un
tutor. Todos discutíamos los casos, aprendimos a confiar en cada uno y a hacer ciencia
desde una mirada múltiple. Desde la Universidad de Concepción uno sale con la práctica
de trabajo en equipo.
¿Tiene algún contacto con la Universidad?
Una que es bien importante: cada año recibo a alumnos de la Escuela de Química y
Farmacia de nuestra Universidad que vienen a Santiago, junto a sus profesores y al
Instituto de Salud Pública, en su condición de organismo autónomo del ministerio de
Salud. Con ellos converso y me mantengo al tanto de la actual formación, de los nuevo
lineamientos, de la malla curricular, entre otros.
Mónica Silva Andrade