El ciervo más pequeño del mundo es chileno autóctono y vive
especialmente en regiones boscosas donde existen colinas y montañas y en un ambiente
sombrío y húmedo. Pero en las últimas décadas a diferencia de otros ciervos, se
le puede encontrar también en zoológicos y pequeños criaderos. Una de las
características de esta especie es que se adapta fácilmente a vivir muy cercano al
hombre; esto permite estudiar la biología de la especie y de esta forma ayudar a evitar
su extinción.
El saber que una especie puede vivir y reproducirse en cautiverio, permitió que
la Universidad de Concepción iniciara, en la década de los ochenta, un programa
destinado a conocer la biología reproductiva con el firme propósito de ayudar a evitar
su extinción.
Los resultados de estas investigaciones ya han sido publicados en revistas de
circulación internacional y el programa ha sido reconocido en el ámbito mundial.
Investigadores nacionales como Alejandro Lobos de la facultad de Medicina Veterinaria de
Chillán e investigadores extranjeros como el doctor George Bubenik de Canadá, otros de
Alemania y Checoslovaquia han participado en estos estudios. A la fecha hay 9 trabajos
publicados, otros en redacción y algunos en desarrollo.
Tareas futuras
Pero aún queda mucho por investigar. Lo primero es determinar el ciclo estral de la
hembra mediante el uso de Ria con el propósito de trabajar a continuación aspectos como
la superovulación y producción de crías en estaciones del año que no sólo
correspondan a la primavera.
Se sabe, afirma la investigadora Eugenia Reyes, que la reproducción de esta especie
está regulada por la intensidad de luz que varía según la estación del año. Por lo
tanto, bajo condiciones artificiales (luz y uso de hormonas) se pueden simular en
otras estaciones del año, las condiciones existentes en el otoño, que es el período de
celo de la especie, y de esta manera tener nacimientos más frecuentes para incrementar el
número de individuos.
Otro mecanismo que se usa para evitar la extinción de las especies es hacer
transferencia heteróloga de embriones.
Esto es trabajar con especies emparentadas, como ocurre con la zebra cuyos embriones se
pueden desarrollar en vientres de yegua.
Para lograr estos objetivos, las próximas investigaciones que se realizarán requieren
no sólo incrementar el grupo actual de investigadores, sino también de una
infraestructura que sólo se encuentra en la facultad de Veterinaria en Chillán.
Traslado a Chillán
Este es el motivo por el cual se hace necesario trasladar los animales que actualmente
se encuentran en el Campus Concepción a Chillán.
Todo lo anterior, permitirá hacer un manejo eficiente de la especie en cautiverio.
Eugenia Reyes anuncia que se escribirá un libro con todas las publicaciones con el
propósito que en otros centros, sean éstos zoológicos o criaderos particulares, puedan
trabajar la especie desde el punto de vista científico y en un corto tiempo lograr
reproducirlos en gran número para sacar el nombre de los pudúes del Libro Rojo de datos
(libro que incluye los nombres de todas las especies en peligro).
Paralelamente a las investigaciones que se realizarán en el campus Chillán, Reyes
informa que en conjunto con otros académicos trabajarán con pudús existentes en 2
centros privados ubicados vecinos a Concepción: Uno de ellos ubicado camino a Santa Juana
y el otro en el Parque Jorge Alessandri. Esta cooperación de ambos centros se inició a
comienzos de 2000 y ya hay resultados valiosos en relación con la reproducción de la
especie, los cuales serán publicados este año.
Otro aspecto importante que justifica la conservación de la especie, está en
relación con el pool genético que posee y además que el desarrollo de las astas permite
hacer estudios biomédicos en relación con la osteoporosis humana.
Las astas son estructuras óseas que en un año pasan por los diferentes estados de
crecimiento, maduración (mineralización) y degeneración ósea (osteoporosis) como
ocurre en nuestra especie.