La Universidad es un modelo a seguir, porque no hay que olvidar que ella
también fue vanguardia en su creación y que equivaldría a lo que hoy es el sistema
privado. Si las actuales universidades privadas se inspiran en nuestro plantel seguramente
serán universidades sólidas, eficientes y progresistas, y con la categoría de la
nuestra, opina la abogada Nelly Espinoza Olivares (viuda, dos hijos) . Ella sabe de lo que
habla en su calidad de profesional de la división de Educación Superior del ministerio
del ramo. Titulada en la Universidad de Concepción, Nelly tiene una década en Santiago,
ya que hasta entonces se desempeñaba en la secretaría regional ministerial, en
Concepción.
Ingresó el año 1963 cuenta y agrega hice los primeros años, pero luego la
dejé porque me casé y nacieron mis hijas. Retomé en 1972. Fue un reto duro porque yo
tenía familia, casa, marido, gatos y perros. Tuve por tanto muchos compañeros en las
distintas etapas. Me recibí en 1978, en un período bastante conflictivo. No disfruté
especialmente la vida estudiantil, pero mis compañeros disfrutaron de mi casa, pues era
una casa puesta. Allí se hacían las fiestas.
¿Cómo ha sido su carrera profesional?
- Quedé viuda y era imprescindible trabajar para mantener a mis hijas. Primero ejercí
de manera independiente y en esos primeros pasos recuerdo a gente especialmente afectuosa
y buena como Gustavo "Manteca" González, hoy fallecido. Ingresé luego a la
secretaría regional ministerial de Educación, porque me pareció una labor interesante y
una buena fuente de trabajo.
¿Desde cuándo en Santiago?
-Desde 1990 donde postulé al departamento Jurídico del Ministerio y más tarde,
específicamente, en la división de Educación Superior donde ejerzo como abogado,
asesora directa del jefe de la división y de la ministra, en este caso.
Desde este cargo ¿cómo observa o distingue a su Universidad?
-Como una de las primeras instituciones de educación superior en nuestro país y como
pionera dentro del sistema de educación privada. Con la investigación, la extensión y
el aporte que ha hecho ha contribuido al desarrollo de Concepción y la Región, es decir
ha cumplido cabalmente en lo que es la misión de una universidad.
¿Sobrevivirá un sistema de educación superior tan inmenso?
-No tiene porque no hacerlo, especialmente si las universidades, al igual que la de
Concepción, alejándose del lucro, son capaces de reinvertir sus utilidades en el
desarrollo del propio plantel y de todos quienes lo forman.
¿Mantiene contacto con el plantel penquista?
-Permanentemente, todo el tiempo, no sólo con la Universidad como institución sino
con mis profesores y compañeros. Cada encuentro es motivo de alegría permanente y de
mucho afecto. Tratamos de reunirnos anualmente en una jornada especial y restringida sólo
a los compañeros, sin señoras ni maridos. En Santiago me veo con amigas como Adriana
González, Patricia Guzmán, Mónica Maldonado, todas ex alumnas, con las cuales, aún sin
quererlo ni buscarlo, siempre hay un recuerdo para nuestros profesores como Mario Jarpa,
Alejandro Abuter, Telmo García, Ricardo Sandoval, Carlos Pecchi, Carlos Cerda y Tarcisio
Oviedo.
Hábleme de un profesional como usted en el aparato del Estado
-Somos gente que debemos funcionar con un alto espíritu de servicio público, con
honestidad y responsabilidad en un trabajo duro, mal remunerado y nunca bien ponderado. El
espíritu de servicio público va con la persona. No se elige. Es una de las alternativas
que se nos brinda para proteger a los usuarios y darle al Estado una labor de apoyo