Con 40 alumnas, educadoras de básica y parvularia, el 31 de marzo fue inaugurada una
nueva versión del postítulo en Educación Diferencial con mención en Trastornos
Específicos del Aprendizaje que la facultad de Educación imparte a través de la
dirección de Educación Continua, Dec.
Su director, Ramón Victoriano, fue el encargado de dar el saludo de bienvenida a las
alumnas que, luego de 2000 mil horas de clases, accederán a la especialización en el
área.
La intervención de Victoriano fue seguida por una clase a cargo del coordinador del
postítulo, Moisés Piñeiro, quien se refirió al educador Leo Buscaglia, autor de libros
como Vivir, amar y aprender, Amor a los demás, Ser persona y
Papá, mi padre, que recogen su experiencia académica de años.
Realizando un recorrido por su obra, Piñeiro, a través de citas, esbozó lo que,
desde la óptica de Buscaglia, debe ser el rol del educador.
El interés permanente de Buscaglia por los jóvenes y su alarma por los niveles de
suicidio de este grupo etario, lo llevó a crear la cátedra del amor en la Universidad de
Southern California (donde ejerció por más de 19 años). En su opinión la universidad
ponía el acento sólo en la educación profesional y había un marcado desinterés por el
alumno como persona. Para Buscaglia, la dignidad del hombre, el respeto a sus sentimientos
y emociones, la disponibilidad a escuchar debían estar en el centro de toda relación, y
más aún en la de profesor-alumno. En su postura frente a la discapacidad área en
que trabajó por 30 años- también se encuentra esta visión. "Muchos de nosotros
reaccionamos todavía en forma negativa frente a la deficiencia física: evitamos a los
individuos que no satisfacen las pautas normales, que se mueven de forma diferente, que
tienen un aspecto diferente...que usan bastones, sillas de ruedas o aparatos ortopédicos
y olvidamos que estas cosas están solamente en el exterior y que son las facetas menos
importantes del individuo. No logramos pasar a través de los cosméticos para llegar
directamente al corazón. Cuando nos permitimos llegar a él descubrimos que es una
persona como nosotros que ama, llora, ríe, sabe de la frustración y de la soledad, que
desea desesperadamente ser apreciado por lo que él o ella realmente es". Con esta
cita, Piñeiro llamó la atención sobre la labor que a las educadoras les corresponderá
asumir para lograr avances en la integración plena de estas personas a la sociedad.