El Segundo Juzgado del Crimen de Concepción fue elegido, en
1999, el Mejor Juzgado de Chile por la Corporación de Administración del Poder Judicial,
en el marco de la reforma al sistema procesal penal que se implementa en Chile y en la
perspectiva de la modernización del Poder Judicial. Al frente del mismo están dos
mujeres profesionales, abogadas tituladas en nuestra Universidad, la juez María Elvira
Verdugo Podlech, y la secretaria titular Ana María Hernández Hulin. 
Con ésta última conversamos en su departamento del Cerro Caracol, con una vista
impactante a toda la ciudad y sus alrededores y con las paredes repletas de las mejores
obras de la plástica nacional, coleccionadas por su marido el también abogado, Felipe
Martínez Silva. Ambos están de viaje, actualmente, por India, Indonesia, Nepal y
Sudáfrica cumpliendo una de las grandes aficiones de la pareja. Tienen tres hijos, un
arquitecto, una periodista y un estudiante de Ingeniería. Ninguno estudió Leyes, porque
han visto las dos partes en casa desde pequeños y no les entusiasmó, explica.
¿Por qué su juzgado es el mejor de Chile?
-Consideraron la rapidez en la terminación de las causas; el número de sentencias
dictadas; el número de causas afinadas y en base a resultados obtenidos. Lo hicimos con
el trabajo y la dedicación de todo el personal, lo que por cierto nos enorgullece y nos
pone una vara alta para seguir actuando en nuestra tarea.
¿Cómo nace su vocación por el Derecho?
-Mi tío Enrique Silva Segura, entonces juez del Crimen en Talcahuano, frecuentaba mi
casa, y descubrió que desde niña yo tenía dotes humanistas y pasta de abogado. Creo que
acertó porque aquí estoy 27 años después. Ingresé a la Universidad de Concepción
para estudiar Derecho en 1968 y me recibí en 1973.
¿Cómo fue ese tiempo de estudiante?
-Muy bueno, tanto por el ambiente, como por los profesores y alumnos. Me acuerdo de
gente como Alfonso Urrejola Arrau, que en Introducción al Derecho nos enseñaba la
misión del abogado; Sergio Galaz "el Picho", que nos presentaba el Derecho como
una ciencia que regulaba la vida en sociedad; a Ramón Domínguez Benavente, de Derecho
Civil; Alvaro Troncoso, actual abogado integrante de la Corte Suprema, un académico con
gran predisposición hacia el Derecho; René Ramos, profesor de Derecho Civil, un hombre
totalmente vigente. Entre mis compañeros estuvieron Aldo Dino Bernucci, alcalde de
Chillán; Rodrigo Biel, ministro de la Corte de Apelaciones de Talca; Jorge Colvin, juez
en Santiago; Rosa Egnen, ministra de la Corte de Apelaciones de San Miguel; Jaime Jana, ex
embajador; Guillermo Silva, quien recién terminó su período como presidente de la Corte
de Apelaciones de Concepción y su hermano Darío, ministro de la Corte de Apelaciones de
Chillán.
¿Cuándo ingresa al Poder Judicial?
-Al año siguiente de recibirme, en 1974, en el Primer Juzgado de Talcahuano que en
aquel entonces era una instancia formadora de primera magnitud porque era civil, criminal,
del trabajo, de menores y subrogante de la fiscalía naval. Pasé luego al Juzgado del
Trabajo y actualmente soy secretaria titular del Segundo Juzgado del Crimen de
Concepción. Me ha tocado estar como juez en algunas oportunidades .
Me he quedado atrapada en la ciudad, por mis hijos y mi familia y así lo he aceptado.
A veces me ha pesado, especialmente cuando veo a compañeros míos que han llegado a
ministros. Creo que en el marco de la Reforma Procesal Penal también tendré espacio para
ser Juez de Control. Por lo pronto hice un curso de posgrado en la Universidad de
Concepción sobre el nuevo Proceso Penal Chileno. Me gustó mucho ser alumna y entender
los múltiples alcances de la misma, que nos plantea a los jueces grandes desafíos.
Desde su actividad usted está en contacto directo con lo peor de una sociedad con
crímenes, dolores, sangre, armas, maltrato infantil, violencia contra la mujer ¿cómo se
prepara anímicamente?
-Es necesario ir preparándose sicológica y paulatinamente con esa realidad para
actuar en esos procedimientos en forma muy profesional. Soy muy sensible al tema del
maltrato infantil y he aprendido que la situación de la mujer es muy menoscabada en
nuestra sociedad y que es necesario trabajar para superar muchas actitudes culturales que
conllevan a ahondar este menoscabo y que redundan en que ella no haga valer sus derechos y
piense que algunas actitudes son naturales.
Dígale algo a un alumno o alumna de Derecho que está pensando en ingresar al Poder
Judicial
-Le diría que hay que tener una vocación de servicio marcada, única forma de
entregarte a ella en el marco de una institución jerarquizada, les diría que no hay que
detenerse en el estudio y en el perfeccionamiento. Me he entregado, como todos mis
colegas, a la capacitación que nos otorga el mismo Poder Judicial y me he sentido muy a
gusto. La reforma procesal penal es una tarea enorme y en la que tengo muchas esperanzas
puestas.
¿Cómo le influye la cercanía de su Escuela de Derecho y de su Universidad?
-Me influye positivamente y hace que el cordón umbilical con la Universidad no se
corte nunca. El contacto diario en los tribunales con quienes fueron mis profesores hace
todo tan natural que yo pueda acceder a uno de ellos en busca de una orientación. Somos
además muchas las mujeres en el Poder Judicial y la gran mayoría somos ex estudiantes de
la Universidad de Concepción. También están los encuentros anuales de los egresados de
Derecho, donde participamos con entusiasmo.