Híbridos de Abalón
De los mares chilenos a las mesas asiáticas
Considerado como un manjar del
mar, el Abalón, molusco gasterópodo
-nombre proveniente del griego
gaster, que significa estómago y poda
que significa pie-, llegó a costas
chilenas a principios de 1990, cuando
Fundación Chile obtuvo el permiso
de la subsecretaría de Pesca para
introducir la nueva especie, la razón
de su incorporación al territorio
nacional fue que su codiciada carne
se conformaba como un interesante
nicho económico, sobre todo con
miras a los mercados asiáticos,
principales consumidores de este
producto.
En la actualidad estos moluscos han
sido denominados como los “nuevos
protagonistas” del sector acuícola
en nuestro país debido a que ningún
otro ha alcanzado su valor comercial.
Un grupo de investigadores de la
Universidad de Concepción, en
conjunto con científicos de la
Universidad Católica del Norte,
liderados por el académico Cristian
Gallardo, del departamento de
Oceanografía de la facultad de
Ciencias Naturales y Oceanográficas,
obtuvo en 2007 financiamiento de
la iniciativa Fondef para llevar
adelante el proyecto Biotecnología
aplicada a la producción de un
híbrido de abalón rojo y verde:
desarrollo de un nuevo producto y
prospección del mercado
consumidor.
En las costas chilenas, específicamente en el norte del país, la producción
de este molusco se caracteriza por los cultivos de las especies Haliotis
rufensces (abalón rojo) y Haliotis discus hannai (abalón verde conocido
también como japonés).
La diferencia entre uno y otro, explica Gallardo, es que en nuestro país
es el cultivo del rufensces el que predomina, alcanzando una producción
de 400 toneladas anuales. Lo que en términos económicos significa
aproximadamente US$10 millones en exportaciones anuales. “El problema de la industria es que la especie del abalón verde es una
especie con mucho más valor comercial”, señala el investigador. Los
precios del producto fluctúan entre los US$30 por kilo de abalón rojo y
los US$40 del verde.
La diferencia a nivel de producción radica en que el abalón japonés ha
sido rezagado, principalmente, debido a sus dificultades de supervivencia
en nuestro medio y a un lento crecimiento en comparación con el abalón
rojo. Gallardo señala que aún así, en términos de precios transados en
el mercado internacional, existe una desventaja en la producción nacional
debido al mayor precio del discus hannai.[subir]
Bajo este escenario la industria abalonera nacional requiere la búsqueda
de estrategias que permitan mejorar la competitividad en los mercados
finales, principalmente los asiáticos. De aquí que la idea central del
proyecto “desarrollar un nuevo producto para la industria nacional del
abalón mediante la hibridación entre abalón rojo y verde que permita
aumentar la competitividad y diversificar la oferta de exportación”, sea
tan atractiva para los productores nacionales.
Una vía para lograrlo es la cruza entre dos especies relacionadas -o
hibridación-, proceso natural que permite una descendencia viable que
combina ambos genomas parentales. “Hemos manipulado algunos genes
y hemos logrado una nueva variedad, que aún no ha sido bautizada. Se
trata de un híbrido muy parecido al verde, pero que a la vez guarda todas
las características del rojo, en cuanto a tasas de crecimiento y resistencia,
entre otras” señala el investigador.
En la ciudad de Caldera, tercera región, se encuentran Abalones Chile y
Spenitech, ambas productoras de abalón y asociadas al proyecto, cuya
misión es escalar la experiencia del laboratorio. Hasta ahora, asegura
Gallardo, la producción ha ido según lo esperado. “Se trata de un híbrido
con características deseables a nivel de mercado final, el que ha logrado estabilidad de especies en términos
de crecimiento, mortalidad y
alimentación. Hemos logrado crear
la tecnología para la nueva variedad
que se está probando en la
industria”.
Otro componente del proyecto era
certificar a nivel genético el nuevo
producto mediante marcadores
moleculares de ADN. Esto significa
que si bien el híbrido se parece
mucho a los otros, el equipo debía
crear ciertas huellas genéticas de
manera de asegurar que el producto
corresponde a la nueva especie.
“Esta etapa también se cumplió con éxito, por lo que ahora somos
capaces de reconocer nuestro
híbrido de abalón”.
La última etapa ya se encuentra en
desarrollo y es, a juicio de Gallardo,
una de las más complicadas. Diseñar
una estrategia de comercialización
del bien, con base en los atributos
más valorados por los consumidores
finales, requiere del compromiso no
sólo de los investigadores y de las
empresas asociadas, si no que de la
autoridad a nivel nacional. Por este
motivo el proyecto tiene programada
diversas reuniones con mesas de
discusión para los próximos meses.
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