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Dirección de Investigación de la Universidad de Concepción - Nº 20 -junio 2009

 

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Proyecto Fondef

Híbridos de Abalón
De los mares chilenos a las mesas asiáticas

Considerado como un manjar del mar, el Abalón, molusco gasterópodo -nombre proveniente del griego gaster, que significa estómago y poda que significa pie-, llegó a costas chilenas a principios de 1990, cuando Fundación Chile obtuvo el permiso
de la subsecretaría de Pesca para introducir la nueva especie, la razón de su incorporación al territorio nacional fue que su codiciada carne se conformaba como un interesante nicho económico, sobre todo con miras a los mercados asiáticos, principales consumidores de este producto.

En la actualidad estos moluscos han sido denominados como los “nuevos protagonistas” del sector acuícola en nuestro país debido a que ningún otro ha alcanzado su valor comercial. Un grupo de investigadores de la Universidad de Concepción, en conjunto con científicos de la Universidad Católica del Norte, liderados por el académico Cristian Gallardo, del departamento de Oceanografía de la facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas, obtuvo en 2007 financiamiento de la iniciativa Fondef para llevar adelante el proyecto Biotecnología aplicada a la producción de un híbrido de abalón rojo y verde: desarrollo de un nuevo producto y prospección del mercado
consumidor.

En las costas chilenas, específicamente en el norte del país, la producción de este molusco se caracteriza por los cultivos de las especies Haliotis rufensces (abalón rojo) y Haliotis discus hannai (abalón verde conocido también como japonés).

La diferencia entre uno y otro, explica Gallardo, es que en nuestro país es el cultivo del rufensces el que predomina, alcanzando una producción de 400 toneladas anuales. Lo que en términos económicos significa aproximadamente US$10 millones en exportaciones anuales. “El problema de la industria es que la especie del abalón verde es una especie con mucho más valor comercial”, señala el investigador. Los precios del producto fluctúan entre los US$30 por kilo de abalón rojo y los US$40 del verde.

La diferencia a nivel de producción radica en que el abalón japonés ha sido rezagado, principalmente, debido a sus dificultades de supervivencia en nuestro medio y a un lento crecimiento en comparación con el abalón rojo. Gallardo señala que aún así, en términos de precios transados en el mercado internacional, existe una desventaja en la producción nacional debido al mayor precio del discus hannai.[subir]

Bajo este escenario la industria abalonera nacional requiere la búsqueda de estrategias que permitan mejorar la competitividad en los mercados finales, principalmente los asiáticos. De aquí que la idea central del proyecto “desarrollar un nuevo producto para la industria nacional del abalón mediante la hibridación entre abalón rojo y verde que permita aumentar la competitividad y diversificar la oferta de exportación”, sea tan atractiva para los productores nacionales.

Una vía para lograrlo es la cruza entre dos especies relacionadas -o
hibridación-, proceso natural que permite una descendencia viable que combina ambos genomas parentales. “Hemos manipulado algunos genes y hemos logrado una nueva variedad, que aún no ha sido bautizada. Se trata de un híbrido muy parecido al verde, pero que a la vez guarda todas las características del rojo, en cuanto a tasas de crecimiento y resistencia, entre otras” señala el investigador.

En la ciudad de Caldera, tercera región, se encuentran Abalones Chile y Spenitech, ambas productoras de abalón y asociadas al proyecto, cuya misión es escalar la experiencia del laboratorio. Hasta ahora, asegura Gallardo, la producción ha ido según lo esperado. “Se trata de un híbrido con características deseables a nivel de mercado final, el que ha logrado estabilidad de especies en términos de crecimiento, mortalidad y alimentación. Hemos logrado crear la tecnología para la nueva variedad que se está probando en la industria”.

Otro componente del proyecto era certificar a nivel genético el nuevo
producto mediante marcadores moleculares de ADN. Esto significa
que si bien el híbrido se parece mucho a los otros, el equipo debía
crear ciertas huellas genéticas de manera de asegurar que el producto corresponde a la nueva especie.

“Esta etapa también se cumplió con éxito, por lo que ahora somos
capaces de reconocer nuestro híbrido de abalón”. La última etapa ya se encuentra en desarrollo y es, a juicio de Gallardo, una de las más complicadas. Diseñar una estrategia de comercialización del bien, con base en los atributos más valorados por los consumidores
finales, requiere del compromiso no sólo de los investigadores y de las empresas asociadas, si no que de la autoridad a nivel nacional. Por este motivo el proyecto tiene programada diversas reuniones con mesas de discusión para los próximos meses.

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