EXPERIENCIAS EN DOCENCIA
ENCANTAR A LOS
ALUMNOS EN LA BIOÉTICA: EL MÉTODO SOCRÁTICO
Marianne Gaudlitz H.1
Resumen: Palabras
clave: Bioética, Aprendizaje Basado en Problemas.
Summary: It is a challenge to teach bioethics maintaining student´s interest in the discipline through the whole pre graduate training in the Medical School of the Universidad de Chile. Using the Socratic Method of Teaching in Small Groups we intend to make students to enjoy this important part of their training. This method, based on the particular way of teaching of Socrates that consists in a non hierarchical debate and discussion between students and teachers, allows enrichment, growing and “conversion” of the student at the end of the course. Keywords: Bioethics, Problem Based Learning
ENCANTAR A LOS ALUMNOS EN LA BIOÉTICA: EL MÉTODO SOCRÁTICO Es sabido la importancia que tiene la Bioética en la formación médica, razón por la cual la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile ha implementado desde 1998 un programa que incorpora metodologías educacionales orientadas a promover el aprendizaje activo de los alumnos en esta disciplina. El desafío de emprender la formación del alumno desde una perspectiva técnico- humanista llevó a la escuela a programar la enseñanza de la Bioética durante los seis niveles del pregrado, para así lograr egresados con una amplia visión humanista e integral de los seres humanos. Al egresar, el recién graduado deberá conocer y comprender los aspectos éticos del acto médico y tener conciencia de las implicaciones éticas de éstos.1 Esta tarea que se nos encomienda presenta un desafío importante para los docentes de Bioética, ya que siendo ésta una asignatura que acompaña al alumno durante toda su formación de pregrado, debe reunir una serie de condiciones que lo estimulen y produzcan en él interés en la materia desde el primer día de clases. Hemos elegido el concepto encantar o encantamiento, porque éste refleja con propiedad el principal objetivo que perseguimos al aplicar el Método Socrático a la enseñanza de esta disciplina. Según el Diccionario de la Real Academia Española, encantar sería “hacer grata impresión en el alma o los sentidos. Obrar maravillas por medio de fórmulas y palabras mágicas“. Encantamiento es acción y efecto de encantar. Precisamente es hacer grata impresión en el alma o los sentidos y obrar maravillas en las personas, en sentido figurado, lo que pretendemos conseguir en nuestros alumnos. Existe consenso que la bioética debe ser preferentemente enseñada en grupos pequeños que faciliten la conversación en relación a un tema dado y que logren cambios o transformaciones en el alumno en un sentido humano y existencial. Para Diego Gracia, el proceso educativo tiene por objeto iluminar este cambio para que no sea puro saber objetivo, libresco, sin verdadero interés vital.2 Coincidimos plenamente con esta orientación, pensando que la elección del método enseñanza-aprendizaje es fundamental para lograr este objetivo. En el caso de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile, tenemos el privilegio de contar con un número significativo de docentes, lo cual facilita la enseñanza de la Bioética en grupos reducidos. El “Método Socrático de Enseñanza con Grupos Pequeños” es una buena alternativa. En una clase en que se utiliza esta metodología de trabajo, el diálogo es ágil, el debate es fructífero y la reflexión es clarificadora. Este método, aplicado a la enseñanza de la bioética, facilita la interacción grupal ya que la discusión se lleva a cabo sin jerarquías y ayuda a alcanzar un consenso. El aprendizaje de la ética, en este caso, lo concebimos como un proceso, no un cuerpo doctrinal que se memoriza. No se enseña el conocimiento ético sino la capacidad de alcanzar el conocimiento por medio de la identificación de problemas. Por esta razón es que nos ha parecido se ajusta con propiedad a los objetivos que nos hemos planteado como equipo docente. Sócrates, que vivió en Atenas en el siglo V AC, interrogaba a su interlocutor, lo hacía dudar de sus afirmaciones y enseguida con esta técnica lograba producir en él un cambio interno, y ayudarlo a conocerse mejor. En este diálogo en que predominaba la ironía, el filósofo ocultaba una falsa pretensión de ignorancia. Refutar a sus interlocutores consistía en mostrarles que aquello que sostenían entrañaba una contradicción.3 Sócrates propiciaba la mayéutica como un método para conocerse a sí mismo. Según el filósofo, por medio del diálogo, el razonamiento compartido y la reflexión inducida podemos llegar a conocernos. Dentro de uno mismo residiría la verdad. Las preguntas formuladas por el maestro conducían precisamente a eso, a encontrar dentro de sí la sabiduría. Sócrates era conocido en Atenas por su costumbre de formular preguntas difíciles y de poner en aprietos a todos los que quisieran responderle. El filósofo pensaba que la única manera de alcanzar la verdad era por el esfuerzo personal y que jamás podía reducirse a repetir las opiniones de otros después de haberlas aprendido de memoria. Con esto no pretendía enseñar, sino ayudar a su interlocutor en la difícil tarea de encontrarse a sí mismo, o sea, la verdad.4 La mayéutica ha seguido aplicándose hasta nuestros días, porque tiene el propósito de motivar al educando a encontrar, por medio de su propio esfuerzo intelectual, la respuesta a un problema filosófico o ético, sin una base textual y sin una ayuda sustancial por parte del docente. No se trata de una mayéutica socrática tal como aparece en los diálogos platónicos, sino de que la idea que la verdad filosófica es un a priori independiente de algún tipo especial de experiencia. La verdad filosófica es accesible a cualquiera de buena voluntad, pero se necesita esfuerzo para alcanzar la luz escondida detrás de un velo de convencionalismos y prejuicios. La experiencia de dar a luz una visión filosófica por uno mismo, con sólo una mínima ayuda del profesor socrático es una experiencia especialmente satisfactoria, liberadora y de enriquecimiento personal.5 Este método ha sido largamente usado en EE.UU., bajo el nombre de “The Paideia Classrooms”, en escuelas básicas y secundarias, para mejorar el nivel de comprensión de textos literarios, históricos y para la enseñanza de las matemáticas. Se aplica en Chile, siguiendo esta normativa para mejorar el nivel educativo en varias escuelas básicas. La Fundación Gabriel y Mary Mustakis6 realiza la preparación de los profesores y la introducción de este método pedagógico tanto en colegios como a nivel de las carreras de pedagogía. Se fortalecen así, en los alumnos, destrezas y habilidades cognitivas de orden superior, hay un aumento del vocabulario, un desarrollo de la expresión oral y se genera una actitud de respeto por las ideas de los demás. Esencial es el Seminario Paideia, una discusión formal basada en un texto, en el cual el líder de la discusión hace preguntas abiertas diseñadas para precipitar un diálogo profundo y reflexivo. Este seminario puede ser usado para múltiples propósitos: por ejemplo, como parte de un plan de educación del carácter, en el cual los estudiantes deben encontrar una respuesta personal a un dilema humano. El seminario es también una herramienta válida para pensar en relación a ciencias o matemáticas, arte o música. Para que este seminario sea efectivo el profesor debe velar para que la discusión se mantenga en el tema central que se está discutiendo. Los alumnos deben asistir a clases con él o los textos leídos previamente, escuchar atentamente los comentarios de los compañeros, ser capaces de pensar críticamente, y adecuar sus pensamientos y respuestas a las intervenciones de los otros. Dos grandes desafíos son propios de la labor del facilitador o líder del seminario: estimular la práctica de la lectura, el lenguaje o expresión oral, la habilidad de escuchar y de pensar. Y segundo, comprometer a los estudiantes en un nivel superior de pensamiento que analiza, sintetiza, compara, contrasta, defiende sus propias ideas y las de sus compañeros. La comprensión más acabada del tema en estudio se alcanza con un nivel de reflexión profundo.7 También, a nivel de la enseñanza universitaria, el método socrático se utiliza tanto en Europa como EEUU. y es descrito por el profesor Rob Reich de Universidad de Stanford como un método de “no enseñanza”, en el sentido convencional de la palabra. En la indagación socrática, el líder no es el proveedor de conocimientos que llena las mentes vacías de estudiantes pasivos con hechos y verdades adquiridas después de años de estudios. El profesor socrático no es el sabio en el púlpito, sino un guía a su lado. Entre profesor y estudiantes el diálogo se da y ambos son responsables de promover el debate por medio de preguntas. El facilitador o líder formula preguntas en un esfuerzo por exponer los valores y creencias que enmarcarán las reflexiones de los estudiantes. Los alumnos harán preguntas también, el debate progresa interactivamente, el profesor será a la vez un guía y un participante más.8 Concuerda el Profesor Gracia, refrendando la tesis clásica, que tiene razón en que los únicos objetivos directamente abordables son los de conocimientos y habilidades; pero que la finalidad es el perfeccionamiento de las actitudes y del carácter. Por lo tanto, el proceso docente debe orientarse hacia el cumplimiento de este último objetivo, el cual se logra con el trabajo en grupos pequeños, interactivo y participativo, con discusión continua de todo lo expuesto, utilizando el debate como método y buscando la promoción de la excelencia.9 Nuestra experiencia en la enseñanza de la bioética en grupos pequeños por medio del método socrático en alumnos de Bioética (primer y segundo año de la carrera de Medicina, Universidad de Chile), se desarrolla con alrededor de 25 alumnos por docente. Los alumnos deben leer los textos proporcionados y haber reflexionado en relación a ellos. Las lecturas son textos escogidos que expresan opiniones diferentes sobre un tema. El curso se agrupa en un círculo, siendo el docente uno más entre ellos. El facilitador comienza con una pregunta, en relación a los textos, que servirá para iniciar y estimular el diálogo y la discusión. Esta pregunta debe ser cuidadosamente escogida y preparada por el docente para que logre en su cabalidad inducir al diálogo. En general los comienzos son vacilantes y tímidos. Frecuentemente, al inicio, la expresión oral y la capacidad de comprensión de las ideas centrales de los textos, es precaria. La timidez de algunos frente a sus pares es causa de mutismo. Es papel del facilitador estimular un lenguaje cuidado, aumentar el vocabulario, ayudar al tímido a expresarse, enseñar a respetar las opiniones de los demás. A medida que progresa el curso, en general los docentes se sorprenden al percibir como esos problemas van quedando atrás y es posible guiar al grupo en una discusión productiva. El interés de los alumnos por participar aumenta, la conversación se hace cada vez más fluida y se logra la confianza necesaria frente al docente para que se profundice en la reflexión. Según el Profesor Birnbacher10 se logra una empatía cada vez más confiada entre el profesor y sus alumnos. El docente se preocupa de moderar el diálogo y mantener el tema central del seminario. Hacia el final del seminario el facilitador guía a los alumnos hacia una reflexión final y un consenso de cierre. Si el grupo es demasiado heterogéneo el consenso es difícil de alcanzar, cabe entonces orientarse hacia un compromiso mutuo de tolerancia y comprensión que refleja crecimiento colectivo. En relación a los resultados, hemos observado que al finalizar el primer año los alumnos han aprendido a expresarse oralmente en forma satisfactoria con un lenguaje acorde con su condición de universitarios, son capaces de escuchar a sus compañeros y respetar sus opiniones, reflexionan antes de pedir la palabra y debaten con altura de miras. Y queremos pensar que más de alguno de los participantes ha sufrido una “conversión” que le ayudará en el futuro a ser un médico de excelencia. Como es frecuente en los métodos pedagógicos no todos los resultados son tan favorables. Motivar a los alumnos a que asistan a clases con los textos previamente leídos es una tarea difícil, también es ardua la tarea de controlar al alumno que quiere intervenir sin dar oportunidad a sus compañeros. La labor del docente exige un gran esfuerzo, éste debe maniobrar la discusión, mantener el tema central, mantener la disciplina y la evolución del proceso del grupo y al mismo tiempo cuidar que la reflexión se profundice. Así será posible que estemos cercanos al proceso de conversión del alumno. Los ejemplos pertinentes a la profesión en que se están formando, de poca complejidad, son herramientas útiles e interesan de sobremanera a los alumnos. Para concluir pensamos que este método puede servir como modelo e inspiración para otros docentes o para otras asignaturas considerando las ventajas y dificultades. Es un hecho que la Bioética es una disciplina que debe ser aprendida en grupos pequeños, el encantamiento con esta asignatura es posible y el seminario socrático es una buena herramienta pedagógica para alcanzar los fines perseguidos: formar mejores personas, responsables en las decisiones morales.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Artículo
recibido en Octubre de 2007, Aceptado en Enero de 2008.
1.
Enfermera Universitaria, Magíster en Humanidades,
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