La
globalización ha llegado. Connotados voceros y líderes de
opinión expresan la inevitabilidad de este proceso, que nos
traería más variedad y menor costo de algunos bienes y servicios.
Constataciones claras y elocuentes son que las cosas parecen ser de calidad
sólo cuando son importadas o de exportación, que en la publicidad
de viajes algunos hablan de millas en vez de kilómetros, que escuchamos
otros mensajes comerciales recitados en castellano con acento norteamericano,
que ponemos precios en dólares, en fin... Aparejado con ello, la
amenaza de la pérdida de algunas actividades locales para las que
seríamos menos competitivos que los extranjeros, y con ello tal
vez algunos jirones de cultura local serán barridos por el viento.
Dado que en
este momento parece no haber contrapeso a la aceptación ciega de
la globalización deseo hacer ver algunos puntos que pueden ser negativos
o al menos potencialmente negativos para países como el nuestro.
En el entendido de que no niego que la globalización esté
siendo explosivamente internalizada en Chile, y que acepto que, en muchos
casos, será beneficiosa para el consumidor final.
1. Esta
es la auténtica globalización.
No es la primera
vez que la humanidad se enfrenta a globalizaciones, en el sentido de que
todo el territorio habitable por un observador se encuentra regido por
un mismo cuerpo de convicciones, normas de comportamiento, conocimiento
técnico, de hábitos e incluso de lengua, que sustituyeron
en su momento las prácticas locales. La más conocida
por nosotros fue quizás el “Mare Nostrum”, pero están también
el imperio chino (los chinos denominan a China “el país del centro”)
y el imperio egipcio, en múltiples etapas de sus historias,
y otras. Me refiero a los largos períodos, de varias generaciones
humanas, en los que pareció que ya nada iba a pasar, salvo la simple
administración de las cosas. O sea el fin de la historia a la vuelta
de la esquina.Tal vez en el horizonte alguna nubecita apenas se divisaba,
pero eran asuntos de bárbaros desorganizados y totalmente bajo el
control. del poder central. Las nubecitas fueron en cada caso los
godos, los mongoles, los hititas, pero no viene al caso escarbar en esos
detalles. La característica esencial de la actual globalización
es su radicalidad: todo el territorio conocido por la humanidad está
al alcance de la mano - o por lo menos de la oreja - del mundo, sin
que quede ya espacio por ocupar o descubrir. Los hechos y las anécdotas
que lo corroboran abundan: los arrieros que mediante su teléfono
celular logran que los rescaten de un incendio forestal, la aceptación
o rechazo de un cheque por una casa comercial consultando remotas bases
de datos, las compras electrónicas hechas entre cliente y proveedor
separados por continentes pero unidos por Internet, la observación
en línea de conflictos militares que ocurren en las antípodas.
Vivimos, sin duda, tiempos que los norteamericanos podrían
describir como del Aether Nostrum. Muchos vaticinaron que el centro de
gravedad de la economía y la cultura debía radicarse en el
Océano Pacífico, después de su peregrinación
del Egeo al Mediterráneo y luego al Atlántico. Parece que
se irá directo al espacio.
2. Globalización
y ancho de banda
Las comunicaciones
entre la periferia y el centro jugaron siempre un rol importante en la
consolidación y operación de un imperio o una cultura. Las
comunicaciones marítimas o terrestres (“todos los caminos conducen
a Roma”) fueron un ingrediente esencial. Los caminos romanos, los caminos
de los incas y sus sistemas de mensajería, el ferrocarril en los
Estados Unidos, todos son elementos inseparables del ejercicio de la relación
centro - periferia. Hoy en día la comunicación a través
de telefonía, Internet, televisión de alta definición,
etc., son la Via Appia del mundo globalizado actual. Este mundo no es uniforme,
y no lo será en un futuro previsible. Hay un centro menos materializable
que antes y una periferia más o menos difusa que en algunos casos
está dando lugar a la emergencia de un cuarto mundo. Los negocios
y los conflictos, económicos o militares, están siendo manejados
mediante comunicaciones electrónicas.
Hasta ahora,
y ya por varios años, hemos dispuesto en Chile de sistemas computacionales
cuyo “ancho de banda” o capacidad de comunicación es de 100 o 200
kilobits efectivos por segundo.
En una página
tamaño carta caben unas 50 líneas con unos 100 caracteres
por línea, o sea unos 5.000 caracteres en total. La representación
de estos caracteres requiere - grosso modo - 10 bits por carácter,
o sea 50.000 bits. O sea, en uno o dos segundos este artículo
completo puede ser enviado a través de este tipo de red. Ahora bien,
muchas empresas e instituciones como las universidades disponen de redes
de comunicación de 1 a 10 Megabits por segundo, en las cuales la
transmisión de este mismo documento toma 1/200 segundos. Entel está
instalando y comercializando sistemas de comunicación con un ancho
de banda de hasta 2 o 5 Gigabits por segundo, para lo cual adquirió
un sistema que internamente opera a más de 10 Gigabits por segundo.
La Internet II, en proceso de definición e implementación,
maneja este tipo de velocidades. A 10 Gigabits por segundo, este documento
requiere 1/200.000 de segundo para su transmisión. Un libro de texto
corriente, de tamaño equivalente a mil de estas páginas,
podrá transmitirse en un diezmilésimo de segundo. Esta misma
capacidad, y las que vendrán, permitirán la transmisión
de imagen, voz y datos, con mucho mayor seguridad y economía que
en la actualidad, haciendo que la realización de entrevistas, videoconferencias
y aula virtual sea pronto algo común.
No hay razón
para que este desarrollo no favorezca, como en el pasado, al centro, por
difusa que su ubicación geográfica pueda resultarnos.Tomemos
en consideración que la Internet tiene su centro en los Estados
Unidos; que, en virtud de su arquitectura descentralizada, es prácticamente
invulnerable; que la NSA (National Security Agency) ha logrado recientemente
más preeminecia que la CIA a nivel de gobierno, lo que se explica
por la responsabilidad que tiene - entre otras - del manejo de los códigos
de encriptación de las comunicaciones. En los Estados Unidos existe,
entonces, una apropiada preocupación por el manejo de las comunicaciones
mundiales, otorgándole la protección necesaria para que sirvan
de base al mundo globalizado.
3. Hemos
sido testigos de la obsolescencia de oficios y profesiones
Nuevos materiales,
métodos, procesos, han sido causa de creación y obsolescencia
de ocupaciones, algunas ancestrales. El sastre, el relojero, el pescador
artesanal, el minero del carbón y otros han sido parcial o completamente
eliminados del mercado, y nadie, ni quienes dicen solidarizar con los cesantes
se hace un terno a la medida, o manda a reparar su reloj de cuerda, o va
a la caleta a comprar pescado, o estudia la forma de calefaccionar su casa
con carbón de piedra, para sostener de alguna manera esos oficios.
De alguna manera aceptamos que en aras del progreso algunos deben sacrificarse,
y que un vago Estado debería ocuparse de ellos.
No debería
ser una novedad entonces para ningún ingeniero chileno admitir que
otros ingenieros y técnicos chilenos puedan quedar sin trabajo por
la coyuntura de globalización que nos ocupa, potenciada por algunas
novedades tecnológicas contemporáneas. Lo que podría
ser novedoso y saludable sería que tuviéramos la capacidad
de reconocer que cada uno de nosotros está en este riesgo.
4. Hay urgencia
de pensar serenamente en la globalización
Esta reflexión
me parece digna de llevarse a cabo sin dilación porque tenemos una
visión incompleta de este proceso, centrada en los beneficios que
de ella hemos obtenido hasta ahora, y casi siempre desde la perspectiva
de las naciones desarrolladas, particularmente de la formidable locomotora
de la economía mundial que son los Estados Unidos. En efecto, ese
es un país que poco tiene que perder con la globalización,
por contar con un comercio interno de enorme presencia en su propia economía,
y por encontrarse en un nivel de poder financiero y capacidad de desarrollo
tecnológico que le permiten avizorar con optimismo casi cualquier
panorama, excluida quizá la irrupción de China en los mercados.
En cambio sí tiene mucho que ganar, nada menos que consolidar su
rol de liderazgo mundial. No es de extrañar, entonces, que la actitud
prevaleciente entre nosotros sea de uniforme optimismo frente a la globalización,
lo que hace eco, sin duda, a la posición norteamericana, que es
la más divulgada.
Ahora bien,
me agradaría tener la convicción de que al meternos en el
proceso de apertura de la economía lo hacemos manteniendo los debidos
resguardos, conservando alguna puerta de escape para volver atrás
si fuera necesario, y para no destruir más autonomía y cultura
propia que lo estrictamente necesario. Si las grandes potencias se encuentran
en el futuro en situación de riesgo de enfrentamiento militar, debe
quedarnos claro que volverán a prácticas proteccionistas,
a las cuales nunca han renunciado, sin preocuparse (mucho) de que
los chilenos no podamos alimentarnos de troncos de pino, fardos de celulosa
o cobre en barras.
5. ¿Cuáles
son los procesos que han sido gatillados por esta globalización,
y en qué nos afectan?
Recordemos
que hay en nuestro país una política de apertura a los mercados
mundiales iniciada hace varios años, y que ha tenido como consecuencia
el posicionamiento en Chile de importantes consorcios internacionales
que han adquirido empresas chilenas de los sectores financiero, industrial
y de comunicaciones, o formado nuevas, en particular en la minería.
5.1.Las
empresas chilenas adquiridas por las trasnacionales son reorganizadas,
fusionadas con otras, o usadas para adquirir otras empresas. El resultado
que busca la trasnacional es doble: mejorar el rendimiento económico
de la empresa adquirida y adecuarla para que actúe como un elemento
más del conjunto de empresas de la trasnacional. Estos dos esfuerzos
son paralelos y están muy ligados entre ellos, pero conviene separarlos
para su análisis. Para mejorar el rendimiento, elimina al personal
que considera excedente por no ser necesario para la operación.
Para incorporar la empresa chilena al ámbito de la transnacional,
reduce al personal que resulta superfluo al asumir la trasnacional
tareas de previsión, planificación y dirección que
antes se ejecutaban en dicha empresa. La trasnacional toma bajo su paraguas
a la empresa chilena pero al hacerlo elimina parte del córtex que
ahora no le es necesario. Podríamos agregar que le sería
incluso inconveniente que esta capacidad de autonomía persistiera
por la posibilidad de generar eventuales conflictos con la remota casa
matriz al formular en Chile esta empresa planes o proyectos que estuvieran
en una línea diferente de la línea global de la matriz. La
empresa adquirida y así remodelada deviene una unidad operativa
dentro de la trasnacional, operativa en el sentido de que está dedicada
a la operación día a día, que su horizonte de
acción queda fijado en el presente ejercicio, y que el nivel de
decisión de inversión de sus ejecutivos se limita a montos
relativamente bajos, y siempre dentro de un presupuesto aprobado por la
matriz. De ahora en adelante sólo podrá usar las luces bajas.
5.2.
Las empresas creadas por las trasnacionales en Chile pueden nacer como
unidades ya adaptadas a esta condición de subsidiaria. Los proyectos
de ingeniería, el financiamiento y la administración son
manejados preferentemente desde las matrices, con poca o nula participación
de la subsidiaria chilena. Incluso algunos proyectos recientes de expansión
de empresas chilenas han dado lugar a esquemas de operación similares,
en los cuales nuevas unidades productivas operan con un mínimo de
personal chileno, estando dichas unidades conectadas a equipos de supervisión
y control que están en Estados Unidos.
5.3.
El desarrollo de las comunicaciones a nivel internacional, por todos conocido,
ha hecho su parte en la materialización de la globalización.
Sin él, habría sido lenta la llegada de las novedades, produciéndose
sus consecuencias en décadas en lugar de años o meses. Pero
aparte de ser un facilitador de la globalización, está teniendo
voz propia en el proceso. En efecto, hoy los clientes chilenos que adquieren
productos o servicios de las empresas internacionales pueden optar por
ser atendidos por la filial chilena o transar directamente con la empresa
matriz. Esto es particularmente visible en el sector informático,
en donde la evolución ya ha sido completada y el servicio de mantención
ya no está radicado en Chile, sino sólo disponible desde
la matriz. La empresa Dell, por ejemplo, vende computadores que son configurados
por el cliente via Internet, producidos en plantas de los Estados Unidos,
y enviados a Chile, en donde hay una unidad relativamente pequeña
que desaduana, envía al cliente y participa en la cobranza. La empresa
Oracle Chile tenía hasta hace poco un servicio de mantención
en Santiago, que recibía las denuncias de falla de los clientes,
pero que fue reemplazado por una unidad situada en Miami que atiende a
toda Latinoamérica. Están en riesgo todas las cadenas nacionales
de comercialización de productos de origen extranjero que puedad
ser vendidos y mantenidos desde el país matriz.
Procedimientos
como la nacionalización o requisición de las empresas extranjeras,
otrora considerados como medidas posibles de presión o represalia
política o económica por el Estado, serán en este
contexto acciones carentes de sentido.
5.4.
Otro motor de cambio en las empresas chilena lo constituye la mejora en
las comunicaciones internas de las empresas, y la posibilidad de lograr
un mejor manejo de las mismas mediante técnicas de workflow, correo
electrónico y otras. Independiente de los fenómenos anteriores,
estas nuevas tecnologías de gestión y de comunicación
interna permiten el achatamiento de la pirámide administrativa posibilitando
la supresión de los cargos intermedios, innecesarios desde que el
gerente puede eficazmente controlar más directamente al personal
administrativo, y desde que éstos pueden comunicarse más
rápidamente entre ellos y con clientes y proveedores.
5.5.
Esta misma globalización no sólo está facilitando
la compra de empresas por trasnacionales, sino que está permitiendo
la entrada de bienes de consumo elaborados en otras regiones como China.
Esta industria es una formidable competencia para la industria manufacturera
nacional. Ya hay empresas chilenas que no han tenido otra salida que recurrir
a fábricas chinas, entregándoles materiales y modelos, para
poder conservar su marca en Chile a través de producción
china. Además, muchas empresas de punta (comunicaciones, electrónica...)
tienen casas matrices en países desarrollados, en donde se
diseña y financia, y subsidiarias de producción en países
aún más pobres que Chile. Chile no es, en general, suficientemente
pobre, con una cantidad apropiada de técnicos pobres como para atraer
estas combinaciones. Son conocidas, sin embargo, actividades de desarrollo
de productos computacionales realizadas por empresas norteamericanas y
empresas de India, en las cuales sí se cumplen las premisas anteriores.
La suma de
todos estas solicitaciones apunta en el mismo sentido: disminución
de cargos en las empresas chilenas, especialmente en los niveles de supervisión
y ejecutivos, porcentaje importante de los cuales son técnicos e
ingenieros. En algunos casos se produce contratación de ingenieros
y técnicos, pero en número relativo más reducido que
antes. En países como el nuestro, en época de globalización,
las empresas requieren menos ejecutivos y supervisores que anteriormente,
para un mismo nivel de actividad. Tomemos nota además, que cuando
el directorio de una trasnacional decide en Madrid o Londres o Nueva York
someter a una empresa chilena suya a algunos de estos procesos de involución,
las consecuencias son favorables para el centro, cualquiera que éste
sea, pues aumenta el flujo de aporte de resultados financieros, pero desfavorables
para la periferia, en la que debe asumirse el proceso de ajuste correspondiente.
No hay vasos comunicantes de ambos resultados. Las trasnacionales no tienen
complejos ni ataduras para efectuar las reducciones. Como dice Yupanqui:
“las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas”. Traducido al lenguaje
socioeconómico del día: las trasnacionales reducen personal
fuera de casa y pueden contratar dentro de casa.
Hay empresas
chilenas de producción o servicios que pertenecen a consorcios nacionales,
pero en este proceso desencadenado no podrán recurrir a otros expedientes
que practicar las mismas acciones de las trasnacionales, con los mismos
resultados: reducción de personal, incluyendo supervisores y técnicos,
so pena de quedar fuera de mercado. Esto será posible en el caso
de consorcios nacionales que pueden centralizar actividades de planificación
y desarrollo.
Distinto es
el caso de consorcios o grupos económicos de integración
horizontal dentro de los cuales haya varios tipos diferentes de empresas
en número de una en cada tipo. Por ejemplo, que exista un banco,
una pesquera, una forestal... En este caso deberán idear una forma
de salir del atolladero que significa la capacidad de desarrollo propio,
por el costo que involucra. La integración horizontal de empresas
del mismo rubro parece ser la más eficiente en materia de costos,
como puede constatarse en la reciente proliferación de las “cadenas”
de empresas de distribución y servicios.
6. Conclusiones
En la medida
en que este proceso sea percibido con claridad por todos, la reacción
personal de cada ingeniero o técnico será, obviamente, migrar
hacia el centro, hacia los países que dirijan este proceso, que
son aquellos en los que se hace diseño. En el futuro los estudios
profesionales de los chilenos tal vez se hagan con la mira puesta
en ese objetivo. Nótese que un técnico chileno podría
estar en el futuro radicado en Chile y trabajando para una empresa extranjera.
Es decir, como el proveedor del gran restorán que entrega sus productos
por la entrada de servicio, para quien los clientes del iluminado y alegre
restorán son seres fabulosos e inimitables.
La llamada
crisis asiática no es sino un capítulo inicial de un reacomodo
que puede ser más fundamental. Todas las actividades de comercialización
de productos extranjeros están en cuestión. Todas las tareas
de gerenciación, también.
¿Qué
hacer? A nivel personal, los trabajadores de cualquier empresa o servicio
deben desarrollar lo que ya se ha dado en llamar Resiliencia, o capacidad
de sobrevivencia, de autonomía. Ahorrar lo que se pueda. Realizar
actividades secundarias que puedan complementar en un 10 o 15% la remuneración
que recibe regularmente de la empresa, y que, en caso de despido puede
ser la diferencia entre una cesantía dura o una digna supervivencia.
Sin menoscabar la dedicación a servir al actual empleador,
tener en claro que lo más probable es que todo trabajador cambie
varias veces de empleador en el curso de su vida laboral. Estrechar los
lazos gremiales, familiares y locales para precaver las situaciones más
críticas.
A nivel regional
regional y nacional, buscar que las autoridades apliquen los principios
tan antiguos como los de ahorro y prevención, tal como sugirió
José al Faraón, ahorrar para cuando vengan las vacas flacas.
Conservar una fracción estratégica de producción de
trigo, carne y leche, aunque sea antieconómico, para mejorar la
resiliencia del país. Consolidar las condiciones para emprender.
A nivel mundial,
buscar la forma de ponerle el cascabel al gato, haciendo por ejemplo que
parte de los ahorros que las trasnacionales hacen en el extranjero de ellos
al suprimir personal de las empresas que reorganizan sean aportados
a esas economías periféricas.