A veces estás tan loco callejeando que no tienes tiempo de almorzar y simplemente te salva el Colombia o cualquier otro, y sólo en tales ocasiones Valdebenito podría zamparse los dramas de Shakespeare de una sentada; por supuesto, casi nada. Esta mañana yo y mi conciencia hemos dado su imprimatur final a un nuevo libro. Le he dicho a mi conciencia: -con este libro vamos a agotar el siglo, después de éste ningún otro, durante décadas o una generación por lo menos. Hasta el momento hemos estado cavando en la oscuridad, sin otro guía que el instinto. Ahora vamos a disponer de un recipiente en que verter el fluido vital, la bomba que, cuando la arrojemos, hará estallar el mundo. Un libro que impondrá un nuevo caos. En el vamos a poner el material suficiente para ofrecer a los escritores del mañana sus argumentos, sus dramas, sus poemas, sus mitos, sus ciencias. El mundo se ha podrido. Necesitamos la bomba que lo despierte o lo haga saltar por el aire. Será una canción y una especie de indiferencia criminal. Tú, después de leerlo, estarás intentando librarte de mí; no obstante, ahí estaré para que me encuentres, ahí quedaré para que me leas. Incluso llegare un poco antes de lo que esperas. Hoy este es el significado de la literatura. Este es el inicio de mi comedia, es la comedia de un loco: perversa, mezquina, maligna y brillante. Necesito terminar de escribir esto, pero en ocasiones me pregunto: ¿cómo diablos va a escribir uno, cuando no se sabe si tendrás un lugar donde sentarte al cabo de media hora? Incluso para escribir una porquería necesitas una silla en la cual aplastar el tracero. A estas alturas te encontrarás alegre porque has encontrado algo de verdad en lo que he dicho, yo estoy alegre porque sigue esta silla en mi trasero, y debido a que sé que estos son los frutos del pan y la grasa y oraciones en jerigonza y las últimas letras para el nuevo libro. Alguien me dice: -eres un bebé. Mi conciencia me dice: -te estás corrompiendo. Mi conciencia habla como si fuera una monja que ha quebrantado todos sus votos. Yo amo a mi conciencia, mi conciencia me ama, yo y ella nos amamos. Ves, cuando tengo algo que decir lo publico. Ahora estoy rebosante de energía y nada en qué emplearla. Cosas como esta es todo lo que hago y todo lo que sé. Escribo cuando tengo la idea de desaparecer del mapa por un tiempo como si con ello pudiera instalarme en una ciudad distante donde no correría peligro de tropezarme con nadie, pero descubrí que eso era falso, la escritura sólo te mantiene la cabeza, por el momento en que ocurre, sobre la línea de flotación. Entretanto, escribo sobre mí mismo, pero eso ya lo sabes.
César Valdebenito.