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En este número:
El último en saber de la muerte de Pedro Cárcamo
fue el pelao Tito, cuento de Rodrigo Espínola. Pedazo de infinito, por Gabriela Soto. La Jaula de Edipo, por Javier Bello, del libro "Las Jaulas". El eterno soliloquio del caminante, por Leonardo Contreras. |
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Llegó como siempre tarde, de noche, a la segunda noche del velorio. Entró lentamente, acalorado, cruzó el sopor de la habitación del féretro hasta la pieza donde se encontraban los familiares y la viuda dando el pésame a uno por uno con su cara amarga, hoy más que nunca.
De regreso al cuarto velatorio no pudo alcanzar el ataúd, a medio camino se detuvo, a medio rosario. El hedor a flores y cigarrillos flotaba en el aire como parecía flotar el cajón o colgar de las cuatro velas que eran la única luz. Largo rato fue el que estuvo balanceándose en la punta de los pies, en silencio sin poder seguir el rezo. Después de concluido pudo acercarse al féretro, tragando saliva, lo miraba seco, secamente, seco el aire y los ojos cansados de todos. Inspiró toda esa atmósfera y, junto al Muerto, se sentó. Por largo rato le contó, disculpándose, las razones que impidieron llegar antes. Ahora lloraba tímidamente el Tito. -Me quedé en la casa de mi hermana en Lota, no dejó venirme hasta hoy, no había forma de saber, tú me entiendes-, le decía al Muerto. El Muerto no dijo palabra, sólo escuchaba. El Tito siguió cantándole cómo recibió la noticia, de quién la recibió. El Muerto seguía en su lugar, blanco, inmóvil. El calor hacía que la gente mantuviera respetuoso mutismo. Las ventanas abiertas todas no servían de nada, todos finalmente se fueron marchando de a poco hasta que sólo quedaron el Tito, El Muerto y el calor. Todos los familiares se fueron a dormir por el cansancio, producto de todas las horas de insomnio y de llanto. En un momento el Tito fue hasta la cocina de la casa a buscar algo de beber, sólo quedaban los amigos, le dieron una caña de pisco con bebida y hielo, y una para El Muerto. Al volver ocupó el mismo lugar, prendió un cigarrillo y le ofreció el trago al Muerto. El Muerto no movió un músculo, tampoco fumó. Así se quedaron hasta la hora del entierro. La mañana era tan calurosa como la noche anterior. El funeral se realizó justo a la hora fijada. Fue hermoso, como todo funeral de un buen hombre. La histeria abarcó todo el lugar, el dolor todas las caras, el ataúd todo el hueco en el nicho. Los amigos fueron los primeros en marcharse, abrazados dejaron atrás el cementerio. A una cuadra de allí, lloriqueando, con una copa en la mano, El Muerto y El Tito brindaron por el buen amigo Pedro Cárcamo...
Rodrigo Espínola
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Hay un día gigante que con hambre voraz se traga la vida Hay sobre el día una nube gigante Hay entremedio de mí una horrible maravilla, un pedazo de infinito naufragando en parasiempres y paranuncas Hay lo que ya es indecible por penetrante y perversamente oscuro Hay un momento que se clava helando todos los soles
Gabriela Soto, estudiante de Servicio Social
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Tus ojos vieron la luz, sólo verán tinieblas
SÓFOCLES No es bueno el ruido negro del animal junto al naranjo del patio, no es bueno que el caballo negro de orejas negras cante toda la noche como si su cuerpo mismo fuera una lamentación, no es bueno que componga toda la noche una canción de muerte con sus patas, que la canción debore el sueño de los hombres según la partitura de los árboles y la travesía que arrojan para ellos las estrellas. No es bueno que el caballo negro cante toda la noche en el patio y golpee las piedras como si fuera un espía que se deja ver. No es bueno que su canción dure toda la noche a mi lado Pues su duración no es benigna para mi alma ni menos Para el algodón cráneo. Calla niño de la noche, que te vengo oyendo aullar toda la noche, calla, perro del valle, que te vengo oyendo aullar toda la noche entre las matas cuidando la puerta del infierno con un niño en las fauces, en las fauces un niño que no dejas morir, y ya estoy tan cansado, y ya estoy tan cansado de todo este lamento, de toda esta plegaria que sube por los techos y aguarda. Nada saco con llorar si nada han servido mis Invocaciones, nada saco con llorar si el huésped no ha querido irse, si el huésped no ha querido abandonar el casco de su ruido en la piedra, si el hedor de su canto se mete a los armarios y toda su zarza crece como loca, si ya se derramó el aceite en la honda cuchara de los lechos, en la piel de las mantas, en los tobillos mansos de la mujer que sube la escalera y canta una piadosa cascada, si ya se derramó el aceite dentro de la mujer y la hoja del vaso, dentro de las espinas que hierven en mis dedos manchados, si ya se derramó mi sangre en un nido furioso de riachuelos pardos, si ya se derramó mi sangre latiendo dentro de una arena que es mi propia sangre, si ya se vertió la leche de los hijos sobre la misma bandeja donde fueron deborados, si ya se vertió la leche de la noche como una cabellera quemada por esa misma noche, la noche sin estrellas caliente en la mujer que parió a mis hermanos sin miedo. No es bueno que el caballo negro que me regaló Creonte cante toda la noche junto al naranjo del patio, tarde toda la noche, tarde tanto la noche, toda la noche tarde en abrirme los párpados.
Javier Bello
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...Paso, veo luces, me detengo a pensar. Pienso, Distingo entre la gente caras tristes. Paso, Pienso en todo lo que no debe importar. Pienso, Descubro en mi estrellas tristes... ...Paso, en general todo se vuelve lento. Pienso, Busco algo en la mirada de una extraña. Paso, La extraña, extraña su vil convento. Pienso, Puede ser mujer, puede ser piraña... ...Paso, descubro mi fea ambigüedad. Pienso, Comienzo rituales propios. Paso, Controlo gracias a un muerto mi soledad. Pienso, Tal vez volar, mis sesos-opio... ...Paso, recorriendo caminos , se camina. Pienso, Tal vez de ser, no sea nada. Paso, La vida a todos se nos termina. Pienso, Mi situación impía es delicada... ...Paso... ...Pienso... ...Pienso... ...Paso, levanto mi mano ante el viento. Pienso, Quizás me robe alguna nube. Paso, ¡boca a tierra!, juez violento. Pienso, Pagaré caro lo que tuve... Paso, Abriré mis ojos, mientras pueda. Pienso, Cambiaré el cerrojo de la entrada. Paso, Nadie tendrá mi corazón en veda. Pienso, Le daré una copia a algún camarada... Paso Veo en la arena mil ilusiones. Pienso, Los arboles figuras, mi canción. Paso, Arrebato el tiempo, sentir emociones. Pienso, ¿qué botón causará la final explosión? ...Paso todo es culpa de la luna. Pienso, No deja ser nada, no deja ver. Paso, El fin del mundo, ¡no queda ninguna! Pienso, Esperanza, en cada uno un ser... ...Paso, creo en mi. Pienso, No es bueno creer. Paso, Me detengo aquí. Pienso, Esto no puede ser... ...Paso... ...Pienso... ...Paso... ...Pienso...
Leonardo Contreras
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