Raúl E. Martínez M.
Doctor
en Psicología
El teólogo radical y pastor norteamericano John Humphrey Noyes fundó la comunidad de Oneida en Nueva York en torno a 1848, sobre la base de afirmar que la Biblia no sólo admitía sino que propiciaba que los auténticos creyentes en Dios practicasen una sana relación sexual libre. Opuso al matrimonio monógamo (que a su juicio suponía egoísmo y el sentido de la posesión privada) el concepto de "matrimonio complejo" o comunitario, en el cual hombres y mujeres comparten sus vidas, su trabajo y su disfrute sexual, sin establecer parejas exclusivas. Los cuatro malos partos sufridos por su esposa y el nacimiento de dos hijos muertos en 1843 y 1844, llevaron a Noyes a decidir que nunca más la expondría a los sufrimientos emocional y físico, para lo cual se entrenó en la continencia eyaculatoria, es decir, en controlar la emisión seminal durante el coito, junto con disfrutar del placer del acto. Esta nueva idea y su técnica, que Noyes propuso y exigió a los miembros de Oneida, favoreció la práctica del matrimonio complejo y estimuló la frecuencia de las relaciones sexuales (aspecto destacado en la comunidad por su aporte al bienestar emocional), pues no había riesgos de embarazo en una época en que no existía más procedimiento anticonceptivo que el retiro del pene desde la vagina o el uso de alguna primitiva barrera mecánica. Consta, según los registros de quienes actuaban como intermediarias de los encuentros sexuales, que la mayoría de las mujeres disponían de una media de tres diferentes amantes semanales, número que se elevaba a siete para las más jóvenes. Establecido en un grupo sectario, altamente comprometido con las ideas de su líder, este control de natalidad fue seguido de manera muy fiel, porque además aseguraba el placer de los hombres (respecto a los cuales no se sabe si llevaban a cabo prácticas de masturbación compensatorias) y más probablemente el de la mujer, y limitaba el crecimiento demográfico de la comunidad, con lo cual pudo alcanzar altos niveles de desarrollo económico y una importante autosuficiencia. Los hijos que inicialmente ingresaron con sus padres a la comunidad y los posteriores nacidos dentro de un régimen regulado, se consideraban hijos de todos, enfatizándose permanentemente la idea de lo "nuestro" y criticándose fuertemente todo afán individualista. Hombres y mujeres podían manifestar su deseo de relacionarse sexualmente con alguien, trámite que seguía un conducto regular para asegurar que nadie fuese obligado a aceptar un requerimiento no apetecido. Una vez que Oneida logró una conveniente solvencia económica, Noyes decidió que era el momento de instaurar una política de natalidad. Para tal fin, estableció un sistema de solicitudes, las que fueron hechas por más de 50 mujeres voluntarias que deseaban procrear y que renunciaban explícitamente a cualquier derecho maternal. Noyes rechazó nueve de esas peticiones por condiciones físicas negativas u otras no precisadas. De los 58 niños/as nacidos dentro de este programa que continuó durante la década de los 70 (siglo XIX), cinco niños y cuatro niñas fueron procreados por Noyes y recibieron su apellido, siendo los otros padres algunos de los miembros más antiguos de la comunidad y más comprometidos con las ideas del líder.
De este "experimento" comunitario que integró elementos religiosos, económicos y eugenésicos (control dirigido de la natalidad), se pueden extraer varias conclusiones relativas a la sexualidad en nuestra cultura occidental, a diferentes niveles: 1) Es posible desarrollar un control eyaculatorio permanente en el coito de tales características que no inhiba el placer del hombre, y obviamente asegure el de la mujer; 2) Es factible lograr que un grupo cerrado, con normas y un compromiso férreo (no necesariamente religioso como lo indican otras experiencias) pueda establecer condiciones para múltiples encuentros sexuales, manteniendo bajo control la emoción de los celos y la tendencia posesiva; 3) Es posible que un líder, dentro de una organización de características sectarias, logre establecer un programa de natalidad discrecional. Los beneficios sobre la salud, el estado psicológico y los sentimientos interpersonales de los individuos, que Noyes y autores de otras latitudes y propuestas (taoísmo chino, sexo tántrico, etc.) atribuyen a la continencia eyaculatoria permanente o esporádica, permanecen sujetos a la investigación empírica, al margen del aval anecdótico y justificación filosófica. La actual existencia de variados métodos anticonceptivos seguros y algunos suficientemente sanos, hace indefendible el control de natalidad planteado por Noyes.